lunes, 19 de junio de 2017
Oda a la muerte en rima abrazada
No hay quien baile tan bien el silencio
como la muerte.
La muerte tenía más apellidos que nombres,
y más hambre que sed.
La muerte sabía cuántas sumas hacían falta para restarnos.
Siempre tenía los ojos bien abiertos
por si perdía lo más bonito de su vida de un momento a otro.
La muerte sabía bien de tsunamis en la bañera,
y de castillos en las nubes,
y de terremotos en la cama.
Cuando decía mi nombre, le pedía que viniese
como nunca alguien la hubiese llamado.
Nuestra pena se hallaba en la relación a distancia.
Yo la anhelaba,
yo la deseaba a gritos entre las sábanas;
le juro, te juro y me juro,
que no había cosa que más desease que la muerte.
Pero claro,
ella,
que si una cosa
que si la otra.
No quería aparecer.
Con el verbo más suicida que existe; salté.
De lo más alto a lo más profundo de la vida,
para poder ver a la muerte, en persona.
Ella estaba enfadada. Me quería, pero no allí.
Ahora que había conseguido pasar de
estar a un centímetro de ella,
a estar dentro,
me repetía que no le veía el sentido;
que ella me quería bien vivo.
En la oscuridad de la nada, ella estaba dispuesta a matarme,
pero antes,
me preguntó "por qué".
y le dije:
en cada vida, querida muerte,
querré conocerte como la primera vez.
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Qué pasada, Grigori :')
ResponderEliminarMuchísimas gracias :'))))) <333333333
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