domingo, 31 de diciembre de 2017

El fin de todo. O quizá el principio

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 Bienvenidas y bienvenidos a la tercera edición de la despedida del año. Creo que ya conocéis la mecánica de este invento, pero por si acaso: es un muy pequeño resumen de las personas que han hecho el año para mí, y de las que supongo también he hecho yo. Unas palabrejas por si muero el año que viene; que queden aquí, que a veces se me olvida más un 'te quiero' que fregar los platos. Pues allá vamos, que me dan las uvas y con esto de atragantarse no me da la vida.

 Este es el fin, pero también el principio de un grupo de cinco objetos muy, muy perdidos. Que se entienden y se encuentran. Si llegamos tarde es por respeto a la esencia de uno mismo, que no hay problema, que sigue siendo sábado por la mañana y la música no se va a ninguna parte, sino nosotros con ella.

 Este es el fin, pero también el principio de unos tristes muy tristes que se van de paseo y vuelven tan alegres que podrían llenar todos los vasos medio vacíos y hacerlos desbordar. La seguridad que se genera a nuestro paso, juntos, no la habían inspirado ni bomberos ni guías sobre qué hacer en caso de accidente aéreo. Lleguemos alto de la mano.

 Este es el fin, pero también el principio del segundo año a tu lado, porque estoy aquí, 'ya lo sabes'. Y estaré hasta que digas basta. Ha sido un año de guerra, de banderas negras y banderas blancas, pero el enemigo es todos ellos, tú y yo somos del mismo bando, y lo sabremos cantando alrededor de una fogata muy pronto.

 Este es el fin, pero también el principio de muchísimas pequeñas amistades que deben regarse y así llegar a su primavera, además de otras que llevan aquí desde la primavera anterior:

 Somos tan iguales que asusta. Pero después de asustar, me alegra tantísimo. Me alegra que seas tú. Cuanto más alcohol haya de por medio, mejor, pero sin él sigo pensando lo mismo de ti.

 Tu amor por los pájaros que me llena de tanta ternura que me hace levitar; que me hace volar.

 Quien más me conoció hace milenios y a la que espero volver a conocer otra vez. No me gusta sentirte tan, tan lejos. Recuerda nuestra promesa irrompible. Sonrío.

 Tú, el principio fue hace un tiempo, pero espero que sea pronto el fin de tu mala adicción. Que sé y sabes lo guapa que estás cuando fumas, pero también sabes que no lo necesitas.

 Este es el fin, y espero que otra vez el principio de algo que nos unió a tres el año pasado y que se ha ido descosiendo este año. No permitamos que se suelte por completo. Dios, por la música.

 Este es el fin, y tengo la completa seguridad de que el principio del cuarto (quién lo diría) año que sigo enamorado de cómo respiras, y de cómo respiras en mi vida. Qué te voy a decir que no te haya dicho día tras día. Urano, te siento cerca, y espero nunca sentirte más lejos de una órbita.

 Este es el fin, y un muy nuevo principio de tu nueva vida, que espero que de nuevo sea bien cerca de aquí (a pesar de esos kilómetros). Bécquer sigue orgulloso de quienes fuimos, quienes somos y quienes seremos. Simplemente recuérdalo, mientras nos miraba fijamente y los pájaros simbolizaban algo más que el amor y la amistad; la poesía y la música.

 Este es el fin, lo sé, pero cuando quieras puede volver a ser el principio, Saturno. Sigo recordando la canción del fuego como el primer día, pero no hay hora que no piense en cómo me gustaría volver a escucharla. Date tiempo; yo te regalo el mío si te hace falta. Estoy esperando a que camines por aquí.

 Este es el fin, y a pesar de ser un confuso, sé que será el principio. Déjame a mí ser el que dude, pero tú tenlo bastante claro: siempre será broma. Estoy aquí. Y te quiero. Lo dijo una canción, dijiste que sí, y esto no es un para nada, es un para todo. Vivan todos los tigres y todos los osos que esta noche duermen tranquilos.

 Este es el fin más principio que he vivido nunca. Siempre he sentido una especie de extraña unión con los parques, pero nunca se me hubiese ocurrido que hasta los árboles sabían que nos conoceríamos bien en ellos; que allí tú serías la respuesta a una apuesta segura, que abriríamos nuestras almas y las diez próximas, que las estrellas estuviesen tan cerca que podríamos invitarlas a cenar. Por inventarnos una palabra que explique el sentimiento mutuo que nos tenemos. Siempre serás y formarás parte del mejor plan de futuro de todo el universo aún en expansión.

 Este es el fin, pero desde que nací siempre ha sido el principio a vuestro lado. Como dije una vez y no dejo de repetir: a ti, por darme la vida y algo más, y a ti, por quitármela y devolvérmela. El día a día y la noche a noche: aquí y ahí.

 Este es el fin, pero quizá el principio de mí junto a mí; de mí, por fin, junto a mí. Ha sido tu deseo de cumpleaños, y se cumplirá. Mi yo de nueve años sentenció este año que entra como la grandísima y verdadera despedida, pero hablando de oportunidades, me debo una. Así que eso haré. Y en diez años, quién sabe, pero quizá sea el principio de otra oportunidad.

 Si este año fuese un poemario tendría bastantes títulos. Como por ejemplo: "La ansiedad: volumen x", "El año de la verdad; de la verdadera amistad" o "El año impar más par de la historia".

 Pero quiero que este gran capítulo se cierre: es el fin de todo, pero el principio de todo lo demás. Tengo grandísimas expectativas (como Urano) sobre el próximo año. Buenas noches, mundo. Buenas noches, Sistema Solar.

domingo, 12 de noviembre de 2017

Sospechosa

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 Una habitación casi vacía, con la soledad de un mismo solitario. Él, sentado en una silla, apoyando los codos en una mesa justo enfrente. La habitación está completamente oscura, con la excepción de una luz casi cegadora de un flexo de escritorio, directo a sus ojos. Lentamente enciende una pequeña grabadora que tiene en su mano derecha.

"Nathan Scott, 24 de abril, 1989, once y veintisiete minutos de la noche. Llevo diez años... Bueno, nueve años y 364 días jugando a ser detective, aunque tres de ellos siéndolo realmente. Esta es la grabación final. No hay más. Este caso es indiscutiblemente indescifrable. Esta es la grabación que resume todas las grabaciones anteriores.

 Hace diez años y medio conocí a la sospechosa de este caso. Su nombre es Erika Campbell. Tiene la misma edad que yo; veinticinco. La conocí en el instituto, el 14 de noviembre de 1979. Estábamos en la misma clase. Eso es lo único no sospechoso de toda esta historia; es el único instituto de todo el pueblo.

 Ese día, el 14 de noviembre, Sam me la presentó. Sam era mi mejor amigo desde el curso anterior a ese. Sam no es sospechoso. Nos presentó y luego se fue con ella, para hacer un trabajo de clase. Lo raro comienza a partir del 8 de diciembre. Ese día, durante clase de francés, la descubrí mirándome. Cuando la miré, ella dejó de hacerlo. Fue entonces cuando empecé a preguntarme qué querría.

 Esa misma tarde compré la primera grabadora con la primera información. He aquí las siguientes:

 "8 de enero. 1980. Hoy fue la vuelta a las clases. Estaba hablando con Sam cuando Erika irrumpió para preguntarnos cuáles habían sido nuestros regalos de Navidad. Pensé que este podía haber sido un intento de conocer el nivel económico de nuestras familias. Creo estar colocando a Sam en la lista próximas víctimas de esta sospechosa. Después de responder le preguntamos a ella por sus regalos. Ningún arma de fuego. Ningún herido, por ahora.

 26 de enero. Hoy he vuelto a descubrir a Erika mirando hacia mí en clase. Esta vez no ha quitado la mirada cuando nuestros ojos coincidieron. Me sonrió. Hoy es un día muy confuso. Aun así, Erika es muy guapa, pero eso no puede desconcentrarme de mi trabajo principal. Sigue sin haber heridos.

 17 de febrero. Hoy fue el cumpleaños de Sam. Ella estaba en la fiesta, en su casa. Este día es complicado de describir. La hermana mayor de Sam había conseguido alcohol para la fiesta. No sé si fue la mejor o la peor idea que ocurrió aquella noche en esa casa. Mientras estábamos bebiendo y bailando en el salón de la casa de Sam, Erika me agarró de la mano para bailar con ella. Es el único recuerdo que tengo de esta noche. No recuerdo si hubo heridos.

 3 de marzo. Hoy presencié una escena desconcertante y misteriosa. Encontré a Sam y a Erika hablando en el pasillo en hora de clase. Llegaban tarde, pero se les veía con una razón, no por pura coincidencia. Le pregunté a Sam después de clase. No quiso responder. Si hubo muertos, no he podido saberlo.

 21 de marzo. Hoy ocurrió algo extraño en clase de matemáticas. La profesora nos propuso un trabajo de estadística para dentro de tres semanas por parejas. Erika levantó la mano y dijo que lo haría con alguien que puede estar a punto de ser amordazado y asesinado; sí, yo. Al menos pude estabilizar un poco la situación diciéndole que claramente sería en mi casa. Y bien cerca del bate de béisbol de cuando mi madre era joven. Un herido próxima y probablemente.

 2 de abril. Hoy era el gran día; el día que podía cruzar el límite del mal. Por suerte, esta grabación existe, lo cual significa que sigo vivo. Aunque creo que aun así intentó matarme. Explico: mientras estábamos haciendo el trabajo en mi habitación, la observé por si acaso antes de seguir haciendo cuentas matemáticas. Ella miró hacia mí y sonrió. Llevé dos semanas preparándome mentalmente para devolverle las sonrisas, para que no sospeche que sospecho de ella. Así que le sonreí. A partir de aquí comenzó lo raro: ella se acercó lentamente a mí, pero gracias y gracias y gracias y gracias, mi madre irrumpió en mi habitación ofreciéndole la merienda a la asesina. Ella asintió y seguimos haciendo el trabajo, pero en casi completo silencio hasta que se fue a casa. No sé si hay heridos, pero puede que el veneno que haya podido echar a mi taza de café reaccione en unas horas.

 24 de abril. Hoy traigo una gran información, casi esencial para esta investigación. Erika llevaba varios días evitando el contacto conmigo: ya no me miraba en clase; si la veía en el pasillo, ella bajaba la mirada; en cuanto tocaba la campana del cambio de clase, ella salía la primera; también era la primera en irse, y más cosas. Creo que está preparando su último y definitivo plan final. Por ello, me hice el valiente, y la frené antes de que subiese al autobús, para hablar con ella. Le pregunté por qué estaba actuando tan raro últimamente. Gracias al cursillo que hice de cómo detectar a los mentirosos, estaba seguro de que sabría si mentía. Ella respondió que no pasaba nada. Estaba mintiendo. Después soltó mi mano de su brazo y me dijo que tenía prisa, pero se me ocurrió la mayor idea que he tenido en mi vida: la volví a agarrar y le pregunté si quería ser mi novia. Aceptó. Ahora podría estar más cerca de descubrir ese plan malvado en el que anda detrás. Cero muertos."

 Desde entonces siguió ocurriendo cosas raras, aunque no tan seguido. También olvidé información, e incluso estaba ocupado en ser novio de Erika. Pasábamos mucho tiempo juntos. También con Sam. Los tres. Por ello, empecé a seleccionar con cuidado qué días grabar. Además que no me daba la paga para comprar cintas de grabadora y salir con Erika. Y Sam.

"23 de junio. Hoy acabó el curso, bueno, mejor dicho; acabó ayer. Fuimos de fiesta a una discoteca del pueblo para celebrar que había acabado ese infierno al que llamamos instituto. Al menos por unos meses. Erika había bebido demasiado, así que me pidió que saliésemos a tomar el aire, y fuimos a un banco cercano a la discoteca. La observé: llevaba un vestido azul cielo muy bonito, con un estampado de margaritas en las tirantas. Estaba sudando, pero sabía que tenía frío, así que le puse mi chaqueta. Parecía un momento complicado, así que permanecí en silencio a su lado, hasta que ella dijo "gracias por ser mi novio. Quería que lo fueras desde que nos conocimos". Eso me hizo crear nuevas teorías que tendré que comprobar antes de contarlas. Después de eso, se durmió en mi hombro, y yo apoyado en su cabeza. Sam apareció tres horas más tarde, y fuimos a desayunar juntos. Estamos resfriados. Dos heridos por resfriado.

 10 de julio. Hoy fue donde empezó a comprobarse: en efecto, Erika quería que yo fuera su novio desde el principio, lo que significa que algo tenía que tener para estar interesada en eso. Por ello pensé y pensé, y me di cuenta de que podría ser para estar con Sam. Es decir, a quien conoció antes fue a él, y podría haberme usado como puente para conectar con él de forma más profunda. Luego reflexioné que eso no sería, porque felicitó a Sam la semana pasada cuando nos informó de que está saliendo con Lindsay, esa chica pelirroja de la clase de al lado. Fue entonces cuando descubrí el porqué: es una espía que quiere sabotear la empresa de mi madre. Bueno, al principio añadí que era una espía rusa, pero no había nada en su acento que pudiese afirmarlo, así que llegué a la conclusión de que es una espía del Estado. Con una espía así, puede haber millones de muertos.

 21 de septiembre. Hoy llegué a una nueva conclusión en cuanto a la identidad secreta de Erika. Hoy estuve en su casa, para conocer a sus padres. Acepté porque me parecía una pieza clave para la investigación: gracias a mi cursillo podría descubrir si los padres de Erika eran agentes de la CIA o algo así. Pero no mintieron. Además, su madre me enseñó fotos de ella con la edad de Erika y eran idénticas. Por ello llegué a una nueva conclusión: su familia es caníbal. ¡Quieren matarme; no solo ella, sino sus padres también! No quiero pisar esa casa hasta que no tenga un plan, aunque sus padres me hayan dicho que vuelva siempre que quiera. No hay heridos, y menos si voy a esa casa.

 3 de noviembre. Hoy descubrí que estaba muy equivocado, porque Erika ha decidido ser vegetariana. Entonces no es caníbal. Pero saqué una nueva teoría: viene de otro planeta. Esto ocurrió hoy, cuando recibió una llamada y respondió en un idioma que ni siquiera supe descifrar. Esto me tiene muy desconcertado, e incluso aterrado. No entiendo nada. ¿Seremos víctimas de una invasión extraterestre? ¡Este puede ser el fin! No hay muertos, al menos humanos.

 24 de diciembre. Hoy volví a negar una teoría más, ya que no es extraterrestre. Sus padres y ella me invitaron a pasar la Navidad en su casa, así que fui. No sólo estaban ellos, sino que había más miembros de su familia. No son extraterrestres, sino que tienen familia sueca, y hablan un inglés muy mínimo. Eso me hizo llegar a una y creo que la última conclusión: son inmigrantes sin papeles, y Erika quiere casarse conmigo en un par de años para que pueda quedarse aquí. No hay heridos, incluso voy a bajar el nivel de peligrosidad de la sospechosa.

 18 de febrero. 1981. Hoy se volvió a desmentir mi teoría: tienen papeles. Fuimos a comprar alcohol Sam, Erika y yo, y ella sacó el DNI. No sé qué pensar sobre esto. Me quedo sin imaginación, y tengo que terminar rápido esta grabación, porque he quedado con Erika para ver una película esta noche. No hay heridos, ¿por qué no hay heridos?"

 A partir de aquí, los años empezaron a pasar y a pasar, y hay grabaciones puntuales en las que hablo sobre nuevas teorías, como que es clarividente y vio en una bola de cristal que tendría de pareja a una persona mala, y me decidió a mí, que soy bastante corriente, o que está preparando un ataque nazi con su comunidad nazi para acabar con Sam, o que sus padres tenían una relación abierta y secreta con los míos.

 Diez años... Bueno, nueve años y 364 días más tarde sigo sin tener respuesta a esta gran incógnita. Conozco cada detalle de Erika después de investigarla tanto, y me he dedicado de la mejor forma que he podido a ser su novio, y no solo a ser un novio normal, sino un novio increíble, por si confiaba en mí para decirme su plan. Hemos pasado por muchísimos momentos juntos. Hemos crecido de la mano, casi literalmente.

 Por ello propongo una última teoría, y espero no fallar rotundamente como he fallado en todas mis anteriores: creo que ella está enamorada de mí. Aunque no quiero afirmarlo por si se estropea; así que espero que esté enamorada de mí, porque voy a pedirle matrimonio. Así podré investigarla muchos más años, aunque ya no siga grabando información.

 No ha habido heridos, y espero que nunca los haya."

 Se levanta de la silla, apaga el flexo y sale de la habitación con las manos en los bolsillos. Sonriendo.




lunes, 4 de septiembre de 2017

La canción del fuego

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 Hay quien dice que ocurrió hace cientos de miles y miles de años, pero si no me equivoco, fue hace unos días. Mejor dicho; hace un mes y medio. 

 Era un día de penumbra, para uno y quién sabe si para uno más. Pero, '¿por qué no?' Y gracias a esa pregunta, se formuló el 'porque sí' al día siguiente. 

 Fue hace un mes y medio, y eso no es mucho, pero casi parece ayer.

 Hay quien dice que ocurrió hace cientos de miles y miles de años. Eso fue para todas esas personas, pero para mí fue hace unos días; mejor dicho, hace mes y medio.

 Ellos hablan del fuego.

 La creación más exótica que el ser humano conoció. Bueno, personalmente, la mejor creación para mí fue el beso, aunque nadie sabe cómo ni cuándo se creó, pero me gusta pensar que ya había una extraña conexión entre corazón, mente, alma y labios. Esta creación, el fuego, salvó la existencia humana. Si a un ser de las cavernas no se le hubiese ocurrido la flamante (y no mejor dicho) idea; nos hubiésemos extinguido, casi por arte de magia, como si nos hubiese tragado un agujero negro, como si perteneciésemos al espectáculo de un mago. Cero. Y sin despedidas. 

 Nadie le da gracias al fuego. De todas formas, ahora tenemos más recursos en caso de una extinción inminente. 

 Pero yo no hablo de eso. No, no. Aunque, gracias, fuego.

 Yo me refiero a hace un mes y medio.

 Eran las tres de la mañana en punto. Desvelado. Era una noche difícil, una noche de penumbra, para uno y quién sabe si para uno más. 

 No sé por qué, pero sabía que estarías contemplando las estrellas, o a ti misma, que en sí no crea mucha diferencia. Y entonces vino:

 "¿Por qué no?"

 Fue hace un mes y medio, pero parece que fue exactamente ayer. 

 Así fue cómo conocí al fuego. O mejor dicho, a la canción del fuego. 

 Dijiste que la música no era lo tuyo, pero creo que te equivocas rotundamente. Me recuerdas más a un acorde que cualquier otro instrumento, o a la primera tecla de cualquier composición de Chopin, o incluso al sonido de un crash de batería antes de entrar en un estribillo si te atreves a sonreír. Eres como un piano; las dos manos pueden parecer un descontrol, pero no sé cómo lo haces para llenarlas de calma, y conseguir con ellas una melodía. Una melodía formada a partir del tacto, aunque nunca tocada en un piano.

 Eres la canción del fuego que no todos los marineros, pero sí uno en especial, querría tocar incluso sentado en una pila de dinamita, sin miedo, sonriente. 

 Conocer a la canción del fuego fue como si, ese secreto que llevo casi diecisiete años esperando saber; el secreto más grande del universo, ya lo supiese.

 Pero claro, la duda que ahora surge puede ser:

 ¿cómo suena la canción del fuego? ¿Cómo es? ¿Qué escalas usa? ¿Es menor? ¿Es mayor? ¿Tiene un ritmo rápido? ¿O tal vez tiene un ritmo lento? ¿Quién la compuso? ¿Quién la interpretó? ¿Alguien la ha escuchado antes? ¿Se parece a otra canción famosa? ¿Es una buena canción para escuchar en el coche? ¿Es una buena canción para escuchar mirando la lluvia? ¿Es pegadiza? ¿Es de verdad una canción?

 Y, sinceramente, nunca podré responder a ninguna de esas preguntas,

 pero si una cosa tengo claro, y tan claro lo tendré siempre es que,

 a pesar de haberla escuchado poco,

 no podré olvidarla.

 Y así es cómo pasarán cientos de miles y miles de años y ellos hablarán del fuego, pero también pasarán cientos de miles y miles de años y yo hablaré de

 la canción del fuego. 







lunes, 21 de agosto de 2017

15/9/2016

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 Se me hielan las manos.

 Siento ese cosquilleo por todo el cuerpo. Como si algo de otra dimensión me estuviese acariciando y susurrando frases que nunca pudo haber usado en vida.

 Me duelen los ojos.

 Estoy inmóvil, en la cama. Mirando por detrás de mis retinas, buscándole sentido a la espiral infinita.

 Es duro pensar qué pasaría ese día.

 ¿Aprendería a volar? ¿Aprenderíamos los humanos a volar con tal de buscarte? Desde el más acá: sí.

 Hace días que pienso qué pasaría si mañana salta el contestador con otro tipo de pitido.

 Querría ser la primera persona en saberlo. Que me digas que te vas. Y que ya nos veremos en un tiempo.

 La piel me está mudando.

 Este frío está helándome la sangre, las venas y el cerebro.

 No quiero pensar qué pasaría ese día.

 Está tan lejos y tan cerca.

 Si algo puedo decir que no tenga preparado decirte (y por eso pueda decir ahora mismo), es que te echaré de menos. Pero de una forma especial: como la unión que tuvimos.

Te echaré de menos.

 Incluso, ya lo hago.

miércoles, 9 de agosto de 2017

De la nada al todo y del todo a la nada

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 Como de costumbre, me desperté. Y no, no me despertó nada ni nadie. Como de costumbre, me vestí. Y al salir; no, no había nada ni nadie.

 Por primera vez, dije que hoy sería un buen día. Y no sé a quién se le ocurrió eso de decir que sería un buen día nada más despertarse: es decir, todavía no ha dado tiempo a que todo lo malo ocurriese. Será porque sabe que todo lo malo que pueda ocurrir (y más) acabará ocurriendo, pero por la tarde.

 Odio todo como el todo me odia a mí. En la nada; ese es el problema.

 Y es que qué le hago. Juro que no hay nada ni nadie.

 Hace años que perdí miedo al amor, a ser joven y a la muerte. Aunque creo (solo creo) que lo que nunca superaré es a rodearme de la más infinita, suprema y absoluta soledad. Hay listos, sí, hay muchos listos sueltos que dicen que la nada es blanca, pero están más que equivocados. La nada es tan poco que ni siquiera tiene un color definido.

 Así es como ya se ha ido el día a la mierda.

 Y no sé si ya es por la tarde. Ni siquiera el tiempo existe. Ahora qué haré.

 Existe la historia de cómo llegué aquí. Antes de la nada había un todo, al igual que antes de un todo había una nada, y así sucesivamente. Esa historia está en otro anexo. Antes de quedarme solo, me advirtieron de que esa historia estaba en otro libro. Pero cómo me iban a decir eso, si era mi historia.

 Es gracioso pensar que cuando el todo existiese, hubiese guía. No, ahora que no hay nada, ni fe queda.

 Me preocupa llegar a no pensar en nada.

 No creo en los martes trece, pero si estamos en uno: no quiero volver a verme. Y como un solo de saxofón al ritmo del jazz, tras los aplausos me disipo y me pierdo entre... la nada.


 Cómo llegué a la nada teniéndolo todo.


 Por primera vez, me desperté. Y sí, por suerte (o por destino) me despertó el sonido de una obra en la calle de atrás y la voz de mi vecina, tan ella como ninguna otra. Por primera vez, me vestí. Y al salir, casi caigo en uno de los incontables agujeros de las obras y casi encima de mi vecina y su voz.

 Como de costumbre, dije que hoy sería un día terrible. No sé a quién se le ocurrió eso de decir que sería un buen día nada más despertarse; es decir, todavía no había dado tiempo a que todo lo malo ocurriese. Prefiero decir lo contrario, para no desilusionarme si todo lo malo (y más) ocurre, y sorprenderme si me ilusiono a buenas, pero por la tarde.

 No odio nada, y nada me odia a mí. En el todo; esa es la suerte.

 Y es que qué le hago. Juro que todo y todos están en mis manos.

 Aun así, le tengo miedo al amor, a ser joven y a la muerte. Aunque lo que creo (y tanto que creo) es que nunca temeré a rodearme de la más infinita, suprema y absoluta compañía. Hay tontos sí, hay muchos tontos sueltos que dicen que el todo es de alguno de los colores primarios, o incluso rosa, pero están más que equivocados. El todo es tanto que ni siquiera tiene un color definido.

 Así es como el día solo acaba de mejorar.

 Y no sé si es por la tarde. El tiempo solo abraza a quien cree en él. Después qué haré.

 Existe la historia de cómo llegué aquí. Antes del todo no había nada, al igual que antes de la nada había un todo, y así sucesivamente. Esa historia está en otro anexo. Incluso, nadie me advirtió de que podría estar en otro libro. Pero cómo me iban a decir eso, si era mi historia.

 Es gracioso pensar que si nada existiese, no hubiese guía. Y sí, ahora que hay todo, la fe rebosa.

 Me preocupa llegar a pensar en todo.

 Creo en los martes trece, y si estamos en uno: no quiero dejar de verme. Y como en un solo de saxofón al ritmo del jazz, tras los aplausos me disipo y me pierdo entre... el todo.



 Me ahogo pensando, y no sé si es en el todo o en la nada.





lunes, 19 de junio de 2017

Oda a la muerte en rima abrazada

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 No hay quien baile tan bien el silencio
como la muerte.

 La muerte tenía más apellidos que nombres,
y más hambre que sed.
 La muerte sabía cuántas sumas hacían falta para restarnos.

 Siempre tenía los ojos bien abiertos
por si perdía lo más bonito de su vida de un momento a otro.

 La muerte sabía bien de tsunamis en la bañera,
y de castillos en las nubes,
y de terremotos en la cama.

 Cuando decía mi nombre, le pedía que viniese
como nunca alguien la hubiese llamado.

 Nuestra pena se hallaba en la relación a distancia.

 Yo la anhelaba,
yo la deseaba a gritos entre las sábanas;
                                                                    le juro, te juro y me juro,
                                                                    que no había cosa que más desease que la muerte.

Pero claro,
ella,
 que si una cosa
   que si la otra.

             No quería aparecer.

 Con el verbo más suicida que existe; salté.
 De lo más alto a lo más profundo de la vida,
 para poder ver a la muerte, en persona.

                                       Ella estaba enfadada. Me quería, pero no allí.

 Ahora que había conseguido pasar de
estar a un centímetro de ella,
a estar dentro,
                         me repetía que no le veía el sentido;
                                            que ella me quería bien vivo.

En la oscuridad de la nada, ella estaba dispuesta a matarme,
pero antes,
                                                               me preguntó "por qué".

 y le dije:
                                                           en cada vida, querida muerte,
                                                querré conocerte como la primera vez.





lunes, 29 de mayo de 2017

Euforia

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 En el baile de los cristales rotos
 el parpadeo de la luna creciente pudo ser mortal.

 Tenía las manos ensangrentadas;
los dedos fríos
y la cabeza tan hundida entre las piernas
que podría corromper su disfraz esquelético.

 "¿A esto saben las despedidas?".

 Como si fuera un pecado,
rezó.
 A ningún Dios más que sí mismo.

 Se puso en pie,
emprendiendo el vuelo.
 Hablando de ángeles caídos,
no había uno con las alas más enterradas;
 bajo tierra en busca de fuego.

 Aun así,
 voló.

 Las farolas de la calle nunca se sintieron
de abrigo,
 hasta que el miedo y el frío tuvieron voz y voto.

 Bajo una constelación en su trance más arriesgado:

 Hermanas y hermanos,
de la noche bendecidos
y biendichos;

 nacidos por la pobreza
de quien nos ve miserables,
 bajo una capa estrellada os saludamos.

 Esta noche no hay menos que disforia;
si nos arrestan mil años, que sea por vivir en ruina;

              que sea bien muertos de euforia.




martes, 18 de abril de 2017

Soy un niño asustado

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 Érase una vez,
 un niño asustado.

 Un niño tan asustado que tenía
 miedo de asustarse tanto.

 Cuando le preguntaban qué,
él decía cuándo,
porque era simplemente un niño.

 Por las noches soñaba que era un adulto,
de traje y corbata,
 y que si tenía suerte,
podía ser otro animal cualquiera
porque de ser humano estaba harto.

 Andaba sobre lo andado
y comía sobre lo masticado.
 Tenía tantos nervios
que los nervios no tenían nada.

 Cuando se miraba al espejo se asustaba
más todavía.

 Al principio no entendía nada.
 Todo estaba tan correcto que le dio
por ser incorrecto allá donde iba.
 Asustaba a los demás.

 Por las noches volvía a soñar,
pero antes hablaba en voz baja;
gritando lo que tenía que callar,
rezando entre padres ateos
si mañana podría dejar de pensar.

 Llegó una época en la que odiaba estar asustado.
 Rompía dibujos que antes estuvieron en el frigorífico y
se sumergió en sus pensamientos
mientras cantaba la famosa canción del submarino amarillo.
 Se convenció de que tenía que hacerlo todo mal;
para que así
alguien viniese
a querer arreglarle.

 Pésimo.

 Años más tarde,
tras una doble visita al médico,
con el bien y el mal en cada hombro
y a expensas de una respuesta,
 el intento de asfixia con el estetoscopio
le acompañó de un ridículo consuelo,
que casi provenía de más allá del techo.

 Algo tenía que pasar.
 Era un niño macabro;
pero
"tú me haces parecer tan bueno"
-no paraba de repetirle al otoño.

                                        (Quizá esto no es una historia, y mucho menos un cuento).

 El tiempo continuaba porque debía continuar.
 Le negó a todos lo que ayer asentía
para años más tarde asentirlo todo.
 Sentirlo todo.

 "Mamá, hoy cumplo dieciséis.
¿Cuándo va a cumplir alguien conmigo?"
Y la vela se esfumó.
 Pero es cierto. Tenía razón.

 No hacía falta que nadie le arreglase.
Nunca había estado roto;
sino algo herido.

 Tenía un plan.

 Como esto no es un cuento, ni se le parece:

  Todos fueron felices y comieron perdices,
pero el niño, consolado por sí mismo,
 seguía asustado de que los demás a su alrededor
no lo reconocieran como asustado. O como niño.


Nunca más estaré asustado. Ese es el plan.




 Bueno, no es lo mejor que he escrito y sigue sin tener madera ni hierros de poesía. No sé, la poesía vale más. 
 Esta es la historia, que bueno, no es tan triste: todavía falta por escribirse. Dadle tiempo.

 Por cierto, sé que dije que aparecería por aquí más y tal, pero bueno, ya conocéis mi amor por comprar tabaco de forma figurada (literal no, que fumar está muy mal y sabe a calcetín de nomo).
             (Que en español se escriba 'nomo' es muy gracioso, así que lo escribiré mucho más. También es gracioso que en el link ponga 'nino'. Suena a sirena. Soy un 'ninoninonino').

 En fin, espero que mi poca chispa os sirva de regalo, porque adoraría estar diciendo cualquier basura que os haga reír, pero con tantas cosas pendientes y collares, pues como que se hace difícil.

 Nos vemos muy, muy, muy, próximamente (o eso espero).

 Hasta la próxima, niñes asustades.
 -Grigori (con bastante sueño).

 Twitter: @GrigoriEndless

miércoles, 15 de marzo de 2017

Esto no es poesía, pero es para ti

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 Mirar por la ventana solo incrementa
las ganas de perderme entre la amnesia.

 En cuanto a hambre; claro que tengo.
He perdido mi amor por la vida,
 que no al amor de mi vida.
Pero no el apetito.

 Estos no son los versos más tristes,
pero esta noche sí podría serlo.
 Calla, Neruda, antes de que tu nombre
me recuerde a aquel adjetivo.

 No.

 Pero tal vez sí.

 Esto no es poesía por mucho que sueñe con serlo.

 La poesía es como Dios,
está muerta.

 Muerta como el vaho por tu boca una mañana
de invierno al cabo de una media de tres segundos.

 ¿Qué harías si mañana recibes
la carta?
 ¿Qué harías si he muerto?
  Juro que no me perdonaría verte
gritar.

 ¿Qué gritarías?

 Vivíamos en un extraño
galimatías capaz de simplificarse
con que susurraras mi nombre
en el momento indicado.

 Si esta carta es la última que recibes,
no permitas que aquella sea la última que escribas.

 Dices que no te has ido, y que nunca lo harás.

 Aun así,

 dejaré la puerta,
ventanas,
orejas
y libros abiertos
por si algún día
                           quieres volver.






 Soy Grigori y a veces soy un poco idiota. Todo está bien porque sabe estarse bien. Esto no es poesía, pero dejadle existir, igual para alguien lo sea.
 Me entraron bastantes ganas de escuchar All by myself después de haber visto El diario de Bridget Jones, y bueno, pues eso ha salido.

 Pronto tendré más tiempo libre para planificar algo bien hecho, no este popurrí de sentimientos un miércoles por la noche, con una tormenta de inspiración de diez minutos y medio.

 Hasta la próxima, no poetas. Hasta la muy pronto próxima.
  -Grigori.

viernes, 10 de febrero de 2017

El semi-soneto de la Constelación

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 El semi-soneto de la Constelación

Una constelación, en noche fría,
describiome de ella lo más sentido:
"—Sus ojos, cual faro de Alejandría
devolverán a Roma al más perdido".

 Asentí, pero dudaba si existía.
La constelación se dio a enloquecer:
"—¿Desconoces a aquella que te guía?
"—Si esa Diosa existe, París puede arder".

Constelación me sirvió de un consejo:
"—No enfurezcas a un servidor ferviente".
Para mis adentros: 
"—Mejor... me alejo".

Por la noche vi una luz de repente.
Se personalizó frente al espejo.
"Constelación eres y serás", dijo.
Añadí casi en silencio:
"—París no arderá por miedo a perderte".





 Pues eso; salió hoy completamente en un par de horas, y no sé, es así como un casi cuento, como un casi soneto. Comenzó siéndolo, pero al final tuve que formular una estrofa muy extraña, y os explico cómo funciona su rima: AB--A. Sí, los versos tercer y cuarto de esa estrofa son de rima libre, porque sí, porque puedo. Más bien sirven como una aclaración. Y a ese tipo de sonetos con final inesperado los he nombrado "semi-sonetos". 

 La última vez que escribí un soneto fue el seis de septiembre de 2015, así que, bueno, creo que es una vuelta con fuerza (además de porque este poema ha sido un regalo para una persona... interesante. Por cierto, me dijo que le gustó, y espero que también os guste a vosotres).

 En cuanto a su historia, es sobre una "constelación" que le habla a una persona sobre un ser divino, casi artificial, a la que rinde un amor rozando lo religioso. La persona, en sí, no lo comprende, hasta que se le aparece esa tal Diosa y comienza a venerarla de la misma forma. Es como si sus seguidores se convirtiesen en constelaciones.

 Sí, puede sonar algo chungo si alguien te regala y dedica un poema con una situación así de extraña, pero qué decir, si esa persona brilla tanto que hace brillar a las personas que tiene cerca. Ella sabrá.

 Y bueno, otro tema que quería tocar es que ya no me llamo Marilén. Ahora me llamo Grigori, y espero llevarlo a lo legal, no solo a lo ficticio. Es un nombre perfecto para una cabeza como esta. Si alguna vez se pudiera llevar a cabo un "preguntas y respuestas" y entrase una pregunta sobre este tema, podría explicar de dónde viene y por qué lo elegí (podéis incluso dejar preguntas y dudas en comentarios, como siempre).

 Eso es todo por ahora, pero pronto más y mejor (como solía decir en este blog hace dos años).

 Hasta la próxima, Dioses.
 -Grigori (y la doble g) (no había pensado en esto todavía, pero suena gracioso).

 Twitter: @GrigoriEndless.

martes, 31 de enero de 2017

Solo sé (de ella) que no sé nada

2 comentarios

Sabe que existo. Muy poco, pero lo sabe.

 Sabe que me gusta la música, y que vivo solo por ella. Por ellas dos.

 Sabe que odio el chocolate blanco.

 Sabe que mi número favorito es el cinco, y el seis, y el veintiuno y el veintidós.

 No creo que sepa mucho más, no.

 Yo sí sé algo de ella. Tampoco mucho.

 Sé qué música escucha... y no nos parecemos en nada en cuanto a ello, pero no negaré bailar alguna de sus canciones si lo pide.

 Sé... que le gusta la poesía, y qué rotunda coincidencia. Aunque no sé qué autores, qué estrofas, qué época literaria le gusta.

 Sé que no le gusta que la comparen con su hermana pequeña. Y mucho menos que confundan quién es mayor de las dos.

 Sé que no le gusta su sonrisa, pero lo sabía desde el momento en el que intentó esconderla cuando rió por primera vez. Y las próximas.

 Sé que no le gustan las fotos. Tiene algunas inseguridades que necesita quemar.

 Sé que pide deseos, que deseo que se le cumplan.

 Sé que odia las matemáticas, pero las estudia porque no sabe qué estudiar. Exactamente. Es difícil de entender.

 Sé que le gusta leer, pero que ya no tiene tiempo para hacerlo.

 Sé que nunca se ha enamorado. Sé que nunca ha besado. Sé que nunca ha tenido pareja. Y sé que eso puede no cambiar, al menos no por mí.

 Sé que a ella le gusta que le pregunten por sus sueños y metas. Como a todo el mundo. Pero ella es algo diferente.

 Sé que le gusta ver series en su tiempo libre. Sé que odia los spoilers.

 Sé que su color favorito es no tener color favorito. ¿No es increíble?

 Sé..."

—Perdona que le interrumpe, pero... no es momento de hablar de eso. Una descripción física, sí; eso es lo que quería especificar.

 No sabía a qué se refería. Antes sí. Después, no.

—¿Cómo que física? ¿De su cuerpo?

 ¿Me estaba tomando el pelo?

—Señor... esta llamada no es para hacer tonterías, es muy importante. Estamos buscando a una persona desaparecida, de unos diecinueve años, poca altura y que no vive en este país.

 Estuve en silencio durante unos segundos hasta dar una respuesta.

—Claro. Exacto. Llamo por eso. Yo también la estoy buscando.

 El hombre pareció calmarse. Su tono de voz cambió.

—Bien, pues hágame una descripción física de ella. Nos ayudará muchísimo, y la encontraremos fácilmente —suspiró—. Óigame, esto es sencillo: responde y pronto volverá.

 Todavía sentía que, de alguna forma u otra, me estaba engañando. 

—Respondo, para que vuelva pronto: nunca la conocí. Pero la estoy buscando desde que nací, lo juro. Sé que...

¿Oiga? ¿Hay alguien? ¿Hola?

 Otra vez igual...

 ¿Y ahora cómo la voy a encontrar?

 ¿Qué haré ahora...

 que solo sé de ella que no sé nada?








 Bueno, pues... ahí queda ese muy corto relato, que de una forma u otra puede parecer soso y común, pero quizá más de uno aquí y ahora se encuentra en la misma situación que nuestro protagonista. Quién sabe, ¿eh?

 También he reaparecido porque bueno, es el último día del mes y este relato llevaba perdido en borradores un tiempo, y no quería que se sumara este mes sin un archivo. No lo quería subir, pero teniéndolo en cuenta, cuando el año acabe puedo comparar la inspiración a escribir esto con la última entrada de este año que nos espera. Puede ser interesante, ¿no? Solo sé que no se nada, supongo.

 Hasta la próxima, buscadores (intentaré volver tan pronto como la encuentre. En realidad no. Volveré pronto, lo juro).

 Por cierto, adelanto esto, pero quizá cambie mi nombre en este blog. Sí, por qué no. Pero eso lo veremos más adelante. Cuidaos.

 Twitter: @grigoriendless
 Marilenendless@gmail.com