sábado, 19 de noviembre de 2016

De aquí a Neptuno las veces que quieras

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 Fuimos Japón y su mala racha.
 Troya en la fiesta de la hoguera siendo irónica como ella misma.
 Tú la casa de ladrillos; yo el lobo con pulmonía.

 Tengo frío como Islandia pensando en Rusia.

 Si llaman a la puerta, no mires quién es.
 Ya sabes que a la traición hay que dejarla pasar,
 y que se sorprenda de cómo está la cocina.

 Es más de medianoche.
  Aprende ecuaciones y sorprende a mi sueño,
que hoy
 Diablo no comprende de risas entre habitaciones

 más vacías que amarillas.

 Sabes lo que hay que olvidar,
y olvidas cuánto sabes.
 No obstante; no llores.

 Hoy la lluvia es tibia y sueña que nuestros ojos
visten de gala.
 Como cuando influenciada por la luna te llamaste Musa.

 El día que no haya mesa para dos en este parque,
 ese día,
que tiemble Madagascar y paren los robos de bancos.
 Hoy te sientas tú en uno,
 y yo rezo por que no te levantes.

 Sentirse Azazel y caer como el cielo cayó
es cuestión de tiempo.

 Mientras vuelas en mis hombros,
entre nubes color moratón en el ojo,
sabes, y reiteras,
que si la luna es llena por qué siempre es media
la que parece iluminarnos por la noche.

 Y yo digo,
como siempre,
que mejor que nos vea media
a una entera.

 Diablo anda lejos,
pero camina cerca.

 Olvídate.

 Mientras Islandia piensa en Rusia
y suena una balada en el fondo del asunto,
 solo importa una cosa,
y da sentido a que nos hayamos regalado
el segundo corazón.

 De oportunidades va ésta.

 Y prometo. Simplemente prometo.

 De aquí a Neptuno las veces que quieras.


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