jueves, 31 de diciembre de 2015

Agradece y perdona

 Os dije que vendría, y aquí estoy, incluso antes de que este año acabe -siempre aparezco al final, qué se le va a hacer-.
 La verdad es que esta entrada viene para cerrar el año. Supongo que era de esperar.

 Sinceramente, este no ha sido para nada mi año. Pero nada de nada. Y si alguno ha pasado un mal año también, no decaigáis, lo mejor siempre se hace esperar, y si no queréis esperar más, lanzaos a cogerlo. El destino natural de todos los seres humanos es la felicidad.

 Pero... no todo ha sido de color negro. Por eso en esta entrada; voy a agradecer a todos los que han formado parte de este año. Pero lo agradeceré a mi manera. Ya me vais conociendo.

 Y, antes de empezar, quiero animaros. No me gustaría saber que alguno de mis queridos lectores se siente mal leyéndome, porque mi mayor deseo es hacer feliz a la gente de una manera u otra. Por eso, quiero recordaros que siempre, siempre, siempre hay salida para todo. La cosa es tener suficiente fuerza para abrir la puerta y salir. Sonreíd.

 Así que, empiezo.

 Gracias a ti, por otro año más haciéndote cargo del caos y desastre que soy, como siempre.

 Gracias a ti, por abrirte por primera vez y contarme cosas que nadie más ha querido.

 Gracias a ti, por confiar tanto en mí y por dejarte confiar desde hace casi dos años.

 Gracias a ti, porque aunque nos conozcamos de poco, hayamos entallado esta bonita amistad.

 Gracias a ti, porque te echaré de menos, pero te recuerdo como una gran melodía.

 Gracias a ti, porque aunque te hable poco, te recuerdo que me preocupo por ti, así que deja de fumar.

 Gracias a ti, y que la música te acompañe siempre.

 Gracias a vosotros, porque ahora ir en autobús cada viernes es una gran delicia.

 Gracias a vosotros, porque hicisteis que las llamadas fuesen divertidas.

 Gracias a vosotros, porque nunca me había interesado tanto el baile hasta que lo empezasteis.

 Gracias a ti, por aparecer como una estrella fugaz y hacerte realidad como un deseo.

 Gracias a ti, por enseñarme que el amor tiene un gran esfuerzo y que los obstáculos son lo de menos si se siente de verdad.

 Gracias a todos vosotros, por hacer funcionar una idea y por prestarme vuestro tiempo.


 Y sinceramente, doy las gracias a cada ser del planeta, por el hecho de seguir aquí otro año más. Y a los que se fueron; buen viaje.

 Año nuevo, vida nueva, ¿no? Pues hagamos algo para que este año que entra nuestra vida sea realmente buena. Luchad, luchad y luchad.

 Agradecer y perdonar son el camino para conseguir una vida placentera.

 Y como ya he agradecido, ahora perdono a todos aquellos que provocaron un año menos brillante.

 Así que, terminando con esta entrada:

 Gracias a mí, por seguir luchando por aquello que realmente creo necesario en mis días y por no rendirme jamás de los jamases.



 Y esta entrada no tiene más parafernalia, porque el último día del año no es para malgastarlo leyendo a una desconocida, ¿no es así, querido lector? Sal afuera, que el día te espera.

 Por último, feliz año nuevo, que ya no nos leemos hasta el año que viene. Qué chispa de chiste, ¿eh, eh, eh?

 Hasta la próxima, años nuevos.
Marilen (y la tilde invisible en la e)

Marilenendless@gmail.com

martes, 22 de diciembre de 2015

Comunicado altamente especial únicamente para ti

 Hola, bienvenido. No sabrás quién soy yo, pero eso es lo de menos. Me han nombrado como mensajera oficial de algo que, tú-ya-sabes-quién, quiere decirte.

 Pues esta persona vino recientemente a mí porque, por lo visto, tenéis un gran vínculo que quiere resaltar y no sabe cómo. La verdad es que, con lo poco que he visto de esta persona y lo que me ha dicho que te comunique, puedo saber con certeza que le importas muchísimo, y que, claramente, a ti también te importa bastante.

 Así que, recordando poco a poco todas las cosas que me dijo, hagámoslo ordenadamente.

 Primero, me dijo que despejases la mente, ¿vale? Que no te extrañes por esto que estás leyendo, que sí, que va todo para ti, no hay equivocación de que va para únicamente para ti. Así que, léelo lenta y atentamente.

 Ahora, tienes que pensar en cómo os conocisteis por unos minutos.

 Recuérdalo todo.

 ¿Ya? Bien. Me dijo que por nada del mundo olvidará cómo os conocisteis en aquel bar... Oh, no, no, espera, no, vosotros no erais aquellos... Vosotros erais aquellos que os conocisteis por una red social, ¿no? O... tal vez erais aquellos que os lleváis conociendo desde la primaria... ¡Qué lío tengo con tantos mensajes que tengo que enviar! Vaya, qué vergüenza.
 Aun así, tú lo recuerdas bien todo, ¿no? Eso es lo que importa.
 Dice que nunca lo olvidará en la vida, que conocerte ha sido uno de los hechos más bonitos que ha podido vivir.

 Se nota que te aprecia muchísimo. Espero que no le tomes como una broma, estaba a punto de llorar cuando me contaba todo esto que te estoy diciendo. Pero hay más. Mucho más.

 Me dijo que no olvidaras cómo os conocisteis, de la misma manera que no quiere que olvides cuándo. Él no lo hará. También dijo que no olvidases todos vuestros momentos especiales, desde aquellas aventurillas vuestras -qué locos estáis los dos de berenjenal en berenjenal juntos, estáis que no paráis quietos con las locuras que hacéis- hasta aquellos días de lágrimas entre consejos y pañuelos -y que te recuerde que su hombro siempre estará seco para tus lágrimas, que no te preocupes si la próxima vez que os veáis lloras, que estará bien si después te sientes mejor-.
 No olvides que le tienes ahí para todo lo que necesites, en las buenas, en las malas y en las regulares, y que no te preocupes, que le hace feliz que tú estés feliz y que, de alguna manera, pueda hacerte feliz.

 Y eso no es todo. No quiere que olvides vuestras conversaciones, vuestros planes para el futuro, vuestras noches hablando... No quiere que olvides nada de todo esto. Sabe que no lo ibas a hacer, pero te lo pide por favor -recuerda que me lo dijo con las lágrimas a puntito de escapar-. Que le importas mucho.

 Le importas muchísimo.
 Es como si no le importase casi ninguna opinión ajena, pero la tuya... la tuya sí le importa. Y bastante. Y no sabe ni por qué.
 También dice que tus problemas son sus problemas, que no te dejará resolverlos sin su ayuda o, como mínimo, su apoyo. Nunca te dejará solo. Por nada del mundo mundial.

 Y... hay miles de millones de cosas que quiere seguir diciéndote, pero la más importante y la que le hizo casi volverse loco de emoción al decir es que te quiere, que te quiere muchísimo. Lo dijo con una sonrisa de oreja a oreja que te hubiese encantado ver. Era espléndida. Y que por nada -ya del universo- olvides que te quiere y te querrá por mucho más tiempo sin importar los obstáculos que pueda haber (dijo que no importaban las desigualdades de pensamientos que a veces tengáis o las pequeñas riñas, que las diferencias son hermosas y no son razón suficiente para que os separe).

 Por favor, es la persona que más conoce de ti en todo este universo. Sabe tus vicios, tus virtudes, tus puntos fuertes, tus puntos flacos, cuándo tienes un mal día con solo saludarle, tus problemas, tus asignaturas favoritas y las que más odias, tu grupo de música favorito, qué quieres por tu cumpleaños, tus secretos más profundos que nadie más conoce, aquella marca de nacimiento... ¡Lo sabe absolutamente todo! Y tú sabes absolutamente todo sobre esta persona.

 Te quiere.

 Te necesita.

 Pero... me dijo que por último te dijera que, si por alguna extraña razón casi imposible, vuestra gran relación cercana acaba, que no olvides nada. NADA. Que no olvides todos los días especiales, ni las noches de charla filosófica, ni aquellos chistes estúpidos que os contabais cuando uno de los dos estaba mal, ni la sonrisa del otro... que no olvides que esta persona sea la primera en felicitarte por tu cumpleaños a las 00:00, o que es el primer mensaje de la mañana, o que, si alguien intentase hacerte daño, éste le mata -y va en serio, que esto me lo dijo con navaja suiza en mano, que si alguien te hace daño estando él todavía en tu vida o no, no sale de esta-.


 Dijo que nunca le olvides. Jamás de los jamases.

 Finalmente, con una lágrima cayendo,
me dijo que te dijese que...

 los recuerdos se guardan en pequeños cajones
que se pueden abrir siempre que uno quiera.

 Y que...
al menos, no olvides en qué cajón le dejases.


 Y eso, si algún día se te ocurriese olvidarle.
Pero no vas a permitir eso, ¿no?


 Fin del comunicado.



Como soy una mensajera torpe, he olvidado el remitente de este comunicado, así que, si tienes problemas con decirle a aquella persona importante para ti (tanto en la amistad como en el amor) lo que significa para ti, puedes enviarle esta pequeña carta. Le hará muy feliz, te lo aseguro. Y a ti también te hará feliz ver sonreír a esta persona en la que has estado pensando mientras la leías, ¿eh, pillín?

 Es un comunicado corto, pero que expresa mucho. Sobre todo para las personas con este vínculo. Nunca perdáis la cercanía de una persona con un vínculo tan fuerte, os lo dice ya Marilen, no ningún tipo de mensajera. Es genial tener a esta persona en tu vida. Por favor, cuidadlo todo lo posible.

 Hasta la próxima, amistosos.
(Intentaré volver muy, muy pronto)
 -Marilen (y la tilde invisible en la e)

Marilenendless@gmail.com

viernes, 27 de noviembre de 2015

 En la barca del barquero de la muerte,
no navegas.
 En la barca del barquero de la vida,
no navegas.
 En la barca del barquero de la pena,
no navegas.
 En la barca del barquero que suspira,
no navegas.
 En la barca del barquero herido e hiriente,
no navegas.
 En la barca del barquero que no navega,
navegas.

 Quizá deba dejar de ser barquero.


domingo, 22 de noviembre de 2015

Solo dioses juegan a ser Dios

 ¿Qué hay, telespectadores de esta teletienda? Aquí os vendo otra entrada. Al comprarla os lleváis otra por el precio de tener que esperar otras dos semanas.
 Qué mala mercante soy.

 En fin, el tema que quería abrir:
 Me quedé pensando en uno de estos momentos que sabes que no debes desconcentrarte pero lo haces y apuntas lo que te ha dado tiempo de pensar en un rincón de tu mente para despotricarlo y sacarle los interiores en otro escenario. ¿Que qué pensé? Lo que muchos habéis estado pensando en estas últimas semanas: muerte.

 Sí, queridos, estuve pensando en la muerte. Pensé en el atentado de Francia, a la vez que pensé en Siria, a la vez que pensé en la grandiosa cantidad de personas que cada día pierden su vida. Pensadlo por un segundo. Pueden ser incluso más que las que nacen. Quizá esto no os impacte, pero... ¿y si os digo que, la mayoría de las muertes producidas en un día, las produce otra persona? Es decir, la minoría muere por causas naturales o por enfermedad, pero... ¿y esa mayoría?

 Entonces es cuando pensamos en lo fácil que es morir. A manos de otra persona, claro está.
 Pensé y lo resolví fácilmente -con palabras; que se lleve a los hechos es muy complicado-.
 Mi respuesta a estos pensamientos fue:
 ¿Tan egoístas, egocéntricos, despreocupados, alocados, fríos, tétricos... tan todo somos los humanos como para matar a una persona?
 Y me auto-respondí: sí, lo somos.

 ¿Pero qué clase de especie somos como para pensar en esto y respondernos sin ningún tipo de resentimiento? ¿Es que somos animales? No, ni animales; ¿es que somos una especie inferior a todas las demás en lo que a sentimientos refiere?

 Encima, los creyentes.
 Todos somos muy creyentes. Creemos en un Dios, o un ser que pueda controlarnos, que nos haya dado la vida, que nos ayuda a aprobar los exámenes, o creemos en algo por creer. Lo hacemos. Todos nos planteamos el creer en una fuerza de la que ni siquiera estamos seguros de que exista alguna vez en nuestras vidas.
 ¿Y es que tenemos más autoridad que incluso nuestras creencias como para manejar una vida ajena? ¿Tenemos de eso? Porque yo, juro y juraré que no.

 Todas las vidas valen absolutamente lo mismo que las demás. La del pobre, la del rico, la del dependiente del Mercadona, la del oficinista, la del futbolista, la del actor, la del bombero, la del policía. Todas tienen un mismo valor.
 ¿Cuál es ese valor? Infinito. Nuestro valor es infinito.

 Y ya, si ya no es ni siquiera el hecho de creer en algo, sino que retamos a un infinito. Matemático al cuadrado.
 ¿Puedes tú acabar con las ilusiones, ambiciones, sueños, memorias, ideas... todo aquello tan infinito de una persona? ¿Realmente tenemos ese poder?

 Sinceramente, ningún hecho nos da el deber ni el poder de llevarnos la vida de nadie. Ni tampoco el usar a esa persona, ni insultarla, ni maltratarla. No tiene sentido.

 Dejemos de hacernos daño y vivamos en sociedad, que para algo somos la especie social por excelencia.
 También la especie inteligente.

 Mostremos a todo el mundo que somos lo que nuestra descripción dicta: humanos.



 Y sí, esto es más bien una carta de desahogo que cualquier lección de vida. Vivamos y dejemos vivir.
 Siento que esta entrada no sea muy extensa, pero creo que el concepto que quería recalcar y que recordaseis por si acaso, es que cada uno tiene que vivir su vida, y nada, ni nadie, tiene derecho a influir negativamente en nuestro entorno -conscientemente, claro-.

 Y con esto y un bizcocho de justicia e igualdad, nos veremos próximamente.
 -Marilen (y la tilde invisible en la e).

Marilenendless@gmail.com

domingo, 8 de noviembre de 2015

El día de la media luna

 Esta mañana me desperté, y al sentarme en la cama me di cuenta de que por la noche se me había caído un poco de tierra por las orejas. Estuve pensando el porqué de este extraño suceso, y dije: "Tierra, tierra... ¿dónde hay mucha tierra? Ah, eureka, en los desiertos hay tierra. ¿Qué desierto será este... ¡Anda, claro, el blog, ese es el verdadero desierto!"
 Y aquí estoy, de manera de oasis de vuelta. (Luego volverá a ser un desierto, no os preocupéis. Este hábitat seguirá intocable para que sigáis correteando por aquí con las plantas rodadoras).

 Hoy se me ocurrió hacer una cosa que suelo hacer, pero aquí, en público, para vosotros, y es escuchar una canción o lo que sea, e inspirarme y soltaros lo que llevo dentro. Es divertido saber qué le sobresalta a una persona con una canción, ¿no? Pues para más inri, decidí buscar las canciones más tristes del universo, y traeros, quizá, lo más triste que quiera salir de mi cabeza.
 Así que, sin más demora y sin más deazu -gran juego de palabras, que se oiga bien-, aquí lo tenéis. Adelante, música.


 Miércoles.
 Llevaba días esperando este miércoles.
 No sé por qué lo esperaba, si sabía perfectamente que este podía ser mi último momento de vida. O de lo que descubrí que era vivir.
 No pude dormir en toda la noche por el miércoles.
 Qué miércoles.
 Sabría la verdad. Y sabías que adoro la verdad, por eso querías contármela toda. Dármela de desayuno, almuerzo, merienda, cena, y ese vaso de leche antes de dormir, con un poco de verdad, también.
 Tú queriendo matarme con verdades.
 Y yo con estos pelos.

 La verdad es que miraba por la ventana. Toda la mañana la miré. Y no estaba cerca de ella, pero yo quería ver esas preciosas nubes. Hacía muy buen día ese miércoles, aunque en estas cuatro paredes llovía, y no creo haber escuchado que había tormenta dentro de mí por la televisión. 
 De todas formas miraba por la ventana. Las nubes se conocían. Bailaban entre ellas el vals del mediodía -todavía era mediodía-. Hacían carreras entre ellas, pero hoy no querían correr. Querían que las mirase atentamente, y que te recordase al mirarlas. Querían saber que una historia de amor se posaba entre sus formas, que yo creía que tenían tu forma, y ellas sabían que yo lo creía, por eso tenían forma de querer enamorarse.

 No escuché a nadie. No quería. Estaba tan dentro de mí, que no recordaba que en cuatro horas te volvería a ver. Pensé que sería la última vez que vería, que cantaría, que sonreiría, que divagaría, que imaginaría, que lloraría, que alucinaría, que olvidaría, que recordaría, que soñaría, que besaría, que abrazaría, que leería, que querría. Pensé que sería la última vez que volvería a querer, y lo pensaba de verdad, como lo que querías decirme. Por eso... por eso ocupé dos horas más en pensarte. Quería que fueses tú quien tuviese mi tiempo, y nadie más, sobre todo porque sabía que todo cambiaría en instantes.

 Me quedaba escasamente una vuelta y media del reloj.
 No comí. 
 Hacía ya cuatro días que había dejado de comer.
 ¿Para qué? Si tenía veneno lo que comiese, si era como en Romeo y Julieta, pero si tomaba el veneno, nadie moriría conmigo. 
 Todo era un desastre.

 Aun así, salí. Fui donde me esperaban. En plural, no tú, mi dulce y único singular.
 Canté un par de canciones de amor. Reí desesperadamente, porque no podía hacer otra cosa.
 Canciones de amor.
 ¿Y para quiénes estaban escritas?
 Da igual para quién. Recordaba que las canciones de amor eran las nuestras, y que si yo las cantaba en cualquier parte del universo, tú las estarías bailando. Menos los miércoles. Los miércoles eran nuestro día, y no bailabas; bailábamos.

 Poco más que minutos.
 Salí con el corazón en la mano, porque dentro de mí no se sentía bien junto a los demás órganos, que no lo comprendían.
 Por primera vez, llegué antes que tú a donde solíamos vernos cada milenios -o eso me parecía que había pasado para poder vernos-.

 Venías sin arreglarte, lo más natural posible. Será porque ya no te preocupaba qué pensara de ti, pero te equivocabas, te veía igual o incluso mejor que cada día que podía disfrutar de tu belleza.

 Me abrazaste. De una manera diferente, pero a la vez igual.
 Me seguiste abrazando como si lo próximo que fueses a hacer no fuese matarme, sino decirme que te ibas para volver más tarde.
 Yo te abracé como si lo próximo que fueses a hacer fuese matarme, pero diciéndote que tuvieses cuidado por el camino, que todo seguiría igual cuando volvieses.

 Nos movimos a donde tú querías llevarme. A nuestro lugar secreto. Secreto como todo lo que hacíamos, mi pequeño jardín secreto.
 Nos sentamos en aquel tan lugar especial. No hace falta ni que te recuerde todo, ¿verdad?
 Me miraste, no sonrientemente, pero tampoco tristemente. 
 Con esos ojos en forma de media luna que tanto adoraba, mirándome directamente a los ojos.
 Empezaste a hablar, y yo seguía mirando tus labios, como siempre.
 Dijiste lo que siempre callaste. Y me pareció que diciendo la verdad brillabas más que cuando ocultabas que estabas mal solo para no hacerme daño. Brillaste.

 Dijiste lo que querías. Me diste lo que nunca pensé que me darías. Lo guardé, y aun así te acompañé a donde tenías que ir después de decirme todo. Qué idiota soy a veces.
 Nos despedimos, tenía que irme. 

 Y dejé de pensar.
 No.
 No.
 No.
 Lo bloqueé todo.

 Camino a casa pensaba en lo radiante que estabas hoy, y en si la semana que viene nos volveríamos a ver. Como había hecho cada vez que nos veíamos.

 Llegué.
 Entré en mi fuerte, mi castillo, mi gran lugar de preparación de batalla, y seguía sonriendo por haberte visto. Y entonces me di cuenta.

 No ibas a volver.
 No ibas a volver a hablarme como siempre me habías hablado desde que nos conocimos.
 No ibas a volver a decirme que me amabas como cada noche antes de dormir, o siquiera ibas a dejarme por la noche con la conversación a medias porque te dormías sin querer.
 No ibas a volver a decirme que querías verme pronto, ni qué cosas del día te habían recordado a mí.
 No ibas a volver a decirme que no querías estudiar, que querías hablar conmigo.
 No ibas a volver a decirme que habías soñado conmigo.
 Y porque es decir, que hacer... no volverías a hacer NADA conmigo. Nunca más.

 Al menos, lo que habíamos hecho, deseado, dicho y pensado hasta la fecha.

 Iba a dormir. No me creía capaz de soportar un pensamiento más. Así que, miré a la luna.
 Estaba ahí. En forma de media luna. Mirándome directamente a los ojos. Todo... para decirme que se iba -también-.

 Así que... le dije que estaría toda la noche mirándola hasta que desapareciese, y que tuviese buen viaje.
 Fue la segunda vez que lo dijese en el mismo día.

 A la noche siguiente, ya se había ido. No sé si la luna o alguien más. Pero ya no estaba.
 Porque esta vez era jueves, mañana viernes, el próximo sábado, y después domingo, y así hasta llegar al martes. Después del martes, volvió a venir el jueves. Y a día de hoy, sigo esperando al miércoles. Ha pasado el tiempo. Aprendí a vivir sin un miércoles, pero no a no saber esperarle. 

 Así que me quedé a medias. Como sus ojos. Como la luna.

 Fue una tragedia,
y la mayor de mis penas,
que después de lunas llenas,
ésta... fuese media.

 El día de la media luna.



 Y pues se acabó. Una historia rápida para un largo tiempo sin escribir. Volveré pronto, esta vez es cierto, ya que tengo unos días más libres que estos últimos. Y no creo que esto haya sido lo mejor que he escrito en mi vida, pero me pareció una bonita idea plasmar pensamientos e ideas con música de piano triste y melancólica, así que os reto a que lo hagáis, o en blogs propios si escribís también, o en comentarios de manera más corta, o como deseéis, porque esto no se basa en escribir algo perfecto, sino en observar qué pensabas que ni tú sabías que hacías.
 Guay, ¿no? Pues ya tenéis un jueguecito para rato.
 Hasta la próxima, mis pequeñas medias lunas.
 -Marilen.

 (Y quería deciros que esto ha quedado un poco seco, pero que os echaba de menos. De verdad).

Marilenendless@gmail.com

domingo, 18 de octubre de 2015

Urano y Neptuno

 ¿Cómo va la cosa, pequeños trozos de materia? Pues estaba yo en mi habitación volviéndome loco pensando en historias de amor entre el Sol y la Luna, que todavía no me ha quedado clarinete si la Luna huye del Sol porque no siente lo mismo o porque es peligroso que él esté cerca de ella. Pero como dijo una estrella del firmamento, los eclipses existen porque por fin ellos pueden estar juntos, a pesar de que yo le dijese que podría ser el estúpido intento del Sol por declararse a la Luna y un rechazo inminente.
 (¿Estáis viendo mi extraño modo hoy? Pues eso significa ni más ni menos que relato corto. Sí, como estáis leyendo).

 Así que, sin más dilatación, aquí lo lleváis, para que lo disfrutéis en casa. (Para todos los públicos, que seguimos en hora infantil, por favor).

 La primera historia de amor no surgió de Shakespeare, ni entre campesinos de aldeas, ni siquiera en el Mesozoico. La primera historia de amor se remonta allá donde la materia existió, donde se expandía la energía en la nada, donde todo era poder y el poder era imposible de percibir.
 Tras la gran explosión, como si de una idea se tratase, todo comenzó a tomar forma. Ya existido un grupo de ocho (el pequeño no se cuenta), comenzó nuestra historia.

 No era martes, ni miércoles, y creo recordar que tampoco jueves cuando la vi. Mis capas eran rosadas, -color crema o helado de fresa, depende de cuánto hambre tengas- aquel día. Era radiante. Ella era de un naranja fogoso. Supe que nunca la había visto por estos lares en cuanto la vi. Se me extrañó que, estando solo este tiempo en órbita -como quien dice, el mundo gira y el tonto mira, y ahí estaba yo; girando y mirando- hubiese encontrado a alguien más.
 Cuando estuvimos lo suficientemente cerca le pregunté.

 Fui un poco precipitado al preguntarle su nombre sin más dilación. Incluso pude notar la desviación de su órbita por el nerviosismo. Quizá signifique algo bueno.
 Urano. U de única. U de tengo que saber más de ella. 

 Tenía unos años luz hasta que desapareciese en el firmamento, así que intenté aprovecharlos todo lo posible. Le pregunté sobre qué piensa cuando se aburre, cómo es su composición (da el caso de que los dos somos gaseosos, tenemos cosas en común), cuál es su canción favorita, qué ve en la órbita completa, algunos cotilleos de otros planetas que no conozco, qué quiere ser de mayor... Pasamos muy buen tiempo juntos.
 Incluso, cuando ella no podía dormir, contábamos asteroides juntos.

 Finalmente, llegó el año luz en el que ya no podría verla. La noche anterior, en vez de contar asteroides, contamos secretos. Ella me dijo que su secreto era que estaba triste de que nos perdiésemos entre nuestras órbitas y que se estaba volviendo un poco azul. Yo le dije que sonriese, que no podía hacer desaparecer ese naranja otoño por la mañana por nada del mundo. Para que dejase de llorar también le conté un secreto.
 Le conté que la quería. Estúpido yo, que se lo dije en el último momento.

 Aún recuerdo su: "Neptuno, te querré mientras me esperes" antes de que ya no pudiese verla.

 Y la esperé. Solo. A veces envidiaba a aquellos planetas que estaban próximos. Yo también quería ver sobre qué orbitaba. Ella me dijo que orbitábamos sobre alguien que daba calor, pero yo no sabía qué era el calor hasta conocerla, ¿por qué no orbitaba a su alrededor si era lo único que sí podía sentir?

 Un día hice un amigo. Se llamaba Plutón. Era un buen amigo, pero ninguno de los planetas lo tomaba en serio. Le llaman "planeta enano". Le dije que si un planeta se atrevía a decirle eso otra vez, no tendría contemplaciones en decirle algo sobre sus satélites. Y no sería bonito.

 Un amigo y un amor. En estos años luz que llevo aquí es lo máximo que he podido conseguir, y estoy muy alegre. Igual me hice incluso más rosado que antes de la felicidad. Urano me llamaba "algodón de azúcar". Cuánto la echaba de menos...

 Esperé y esperé. Había días en los que estaba decidido en saltar a un cometa y buscarla, pero le prometí esperarla en mi órbita, sin variaciones, por si acaso.

 Entonces llegó el día. 

 Allí venía.



 No venía sola.

 En ese instante deseé que mi órbita fuese en dirección contraria para llorar y que no me viese o escuchase. No era la de siempre.

 Había perdido su color anaranjado. Ahora era azul. Un azul muy blanquecino. Quizá fue por la sorpresa de verme, pero no creo, ya tenía un acompañante mejor que le devolviese el color.
 Saturno.

 Cómo se pavoneaba con su anillo y el que le había regalado a ella. Seguro que mientras no estaba, le había pedido matrimonio. Seguro que Urano le había hablado de mí antes. No olvidaría jamás esa expresión de superioridad en él. Le maldigo a él, y a ella -en muy poca cantidad-.

 Me preguntó que cómo estaba. ¿Y cómo quieres que esté, maldita? Me obligó a esperarla durante años luz para que, cuando nos viésemos, ella volviese con otro. Estuve meditando sobre si de verdad era un planeta gaseoso, porque me sentía sólido de tanto odio. Era insoportable la decepción. Noté mis satélites incluso alejarse de mí.

 Me volví azul yo también. Quizá esa sea la enfermedad de amarla. Volverse azul. Triste. Pero al tener rabia, era azul oscuro. Tristeza oscura. Era una tristeza tan absoluta... como de otro planeta.

 Lloré y lloré. E intentaba ignorarla cuando venía a pedir sal. Para ella hubo azúcar y solo supo derramarlo. La sal se iba a quedar conmigo y todas las especias que ella decidiese pedir. 
 Me volví un planeta malo. ¿Pero con quién iba a ser malo? Si la única a la que podía ver era a ella. Seguía estando solo. Y ese insignificante de su marido se estaba alejando, lo cual era la mayor de mis alegrías en ese momento. Finalmente se fue. Ella seguía aquí, pero tampoco le faltaba poco para irse. Esta vez me daba igual que se fuese. Hasta que habló conmigo.

 Me dijo que traía verdades. Yo le dije que serían mentiras. Ella me preguntó si creía en ella. Yo le pregunté si sentía algo por mí. Las dos preguntas no tuvieron una respuesta clara. Decidí escucharla, un enfado no serviría para nada en esta situación.

 Me contó que... allá afuera no hay nada bueno -y eso que el que está afuera soy yo-. Me contó que un tal Júpiter era un acosador... y que Venus decía que era más bella que ella de una manera no muy confortante... y que el Sol era doloroso, muy doloroso. Me contó que para salvarse de eso, tenía que ocultarse detrás de Saturno, que era lo suficientemente grande como para ocultarla de los rayos penetrantes del Sol, que Venus estaba por Saturno y que no diría nada malo de ella estando él delante y que Júpiter se echaba atrás y dejaba de intentar echarle el anillo (como quien le echa el guante) si se casaban. Me contó que... era azul porque estaba triste; porque no podía estar conmigo; porque necesitaba ayuda de verdad y yo solo podía ayudarle cada... cada mucho, ya perdí la cuenta.
 Entonces lo entendí. Entendí que nuestro amor no podría ser. Entendí que sería la única a la que viese, a la única a la que amase, a la única de la que le hablaría a Plutón cada rato. Entendí cosas que con el odio nunca pude entender aunque estuviesen claras. Entendí que el amor era complicado.
 Urano. U de única. U de tengo que saber más de ella.

 Y no dejar nunca de conocerla. Nunca.

 Por eso, cuando nos vemos y nos aseguramos de que ningún otro planeta pueda vernos, o algún cometa, o asteroide, o incluso ser humano, podemos volver a ser de nuestros colores. Yo "algodón de azúcar", ella como el Sol pero en hermosa y en otoño.
 Por eso, para todos seremos azules. 
 Por eso, todavía la sigo esperando.
 Por eso, este es el amor no correspondido más triste del universo.


 ¿Qué? ¿Os ha gustado? Si os ha gustado poned en comentarios a quién hubieseis puesto de pareja planetaria. Urano y Neptuno. ¿A que no lo esperabais? Pues sorpresa de cometa para vosotros.
 Y sé que os dije que como mucho cada quince días escribiría una entrada, y hoy es el día tope. No os iba a abandonar, ¿eh?
 Espero que os haya parecido curioso este relatillo tanto como a mí el amor entre planetas que hay en mi cabeza. La próxima vez nos vemos con algo totalmente distinto.

 Hasta la próxima, Uranos.

 -Grigori.

sábado, 3 de octubre de 2015

Memorias y de todo un poco

¿Qué pasa con la vida por aquí? Casi un mes desde la última vez que escribí. Ya se me ha olvidado hasta qué es un blog, fijaos. La cosa es que estoy como obligada a volver porque he visto que han nominado a este blog a dos premios, lo cual es increíble, pero ya sabéis, a mí me gusta que mis entradas tengan un tema sólido, así que de lo último que hablaré será de las nominaciones a premios.

 La verdad es que el otro día por la calle escuché una palabra famosa de este blog del año pasado. Muchos no estuvisteis, pero hubo una entrada genial que hablaba de faltas de ortografía que encontré por internet, y como borré todas las entradas anteriores, pues qué se le va a hacer. La cosa es que, por suerte, las imágenes las guardo siempre, así que... AQUÍ OS TRAIGO LO QUE QUEDABA DE AQUELLA ENTRADA:


 Esta era una de aquellas, qué sublime, ¿no creéis? Está plagadita de esas faltas de ortografía tan jugosas que puede haber en este universo, protagonizadas por: hacabo, aserme, possitivo (¿por qué con doble ese? Esto es un enigma total)... Pero lo mejor, sin duda, es lo que nos quiere transmitir la frase. "Tengo desecho café". 
 No, o sea, pensadlo. Desecho café. ¿Has hecho tus necesidades y tenía color café? Pero si el color café es marrón... ¿SE SUPONE QUE DEBERÍA SER DE OTRO COLOR? Bienvenida, señora de Júpiter, es un placer.


 Esta es la mayor obra de arte de faltas de ortografía que pude encontrar por aquellos tiempos. ES QUE HAY DEMASIADAS CONCENTRADAS EN DOS FRASES. Os traduzco la frase, incluso:
 "¿Es bueno lavarse el cabello con amoniaco o salfumán? Es que me han dicho que se queda el pelo muy limpio. Mis papás me lo han dicho".
  Hagamos recuento de faltas, por favor.
 CATORCE FALTAS. Pero qué es esto. Queda usted detenido por los policías ortográficos. 
 Por cierto, mirad la frase "mis papas me lo han dicho". Según estudios de la Universidad de Massachussets, es posible que quien escribió esto, hablaba con sus 'papas' fritas mientas comía, PORQUE SI NO, NO LE ENCUENTRO SENTIDO QUE OTRO SER LE DIGA QUE LAVARSE EL PELO CON AMONIACO SEA BUENO. Es que es increíble. 



 Leed esta pregunta.
 Leedla bien.

 Vale, ahora que la habéis leído bien, es lo que estáis pensando: le ha preguntado si quiere probar con hielo. HI-E-LO. Yeilow. Nunca en mi sano juicio podría haber adivinado que ponía eso sin haberme parado a pensar.

 El ser humano es increíble, de veras.
 Ahora, sin más demora, os traeré mi favorito. El que os he dicho que trae la palabra especial del blog:


 Una historia trágica. Un ballamos. Un destino.
 Es un hito increíble para la existencia humana. ES LA FUSIÓN ENTRE UNA VALLA Y UNA BAYA. 
 También encontramos un derrepente así de gratis para prepararnos para lo que viene. Un aveces y un desconosco para hacer la lectura más amena, pero... entonces llega. 

 Cuisidarme. Esta es la fantástica palabra. Quiere cuisidarse
 ¿Comprendéis el nivel de la situación? Es una palabra perfecta.
 Y por favor, fijaos en lo de "conejita". 15 años. Es una historia demasiado trágica para el corazón. 

 Y cuando creíamos que esta historia no podía ser más interesante, me encontré con la respuesta a esta persona. ATENTOS:


 Waaa nuu!!
 Quiero que os acordéis de eso y cuando alguien os diga algo en lo que respondáis con un 'no', lo digáis así. Por favor.

 La respuesta habla por sí sola. Las faltas de ortografía han entrado en la sala. Las comas han salido de la sala. Lo mejor y que nos vuelve a emocionar, es lo de jugar a maquillarse. Jugar a maquillarse. Pero... sin duda, lo que más nos llena el alma de flores y nos pone un jardín en el patio con éstas, es el alguien de tu entera confianza(L). ¿Por qué ese "(L)? Le habla de ir a un psicólogo y pedir ayuda, pero "(L)". Espero que estéis comprendiendo la situación de la manera que yo lo hago, porque es muy grata. BENDIGO A LOS SERES HUMANOS Y SUS FALTAS DE ORTOGRAFÍA TAN ORIGINALES.


 Pues lo que os iba contando, que por la calle escucho a gente diciendo lo de cuisidarse. Es una sensación bastante rara que me lleva a preguntarme si este blog lo lee más gente de lo que parece o si es solo coincidencia. Yo no lo sé, pero al menos os he traído las pequeñas memorias de esto.

 Ahora, en cambio, hablemos de las nominaciones a premios que se han otorgado a este blog durante este mes, porque sí, ha ocurrido todo este mes.

 
 Estos son los dos premios a los que ha sido nominado nuestro
querido blog. (Y los primeros en la historia):





 El Premio FT

 Las reglas de este premio son:
1. Agradecer públicamente a quien nos ha otorgado el premio.
2. Poner la imagen del premio en una entrada como esta.
3. Nominar a 10 personas.
4. Avisar de la nominación.





The Versatile Blogger Award       

 Las reglas de este premio son:    
1. Agradecer y seguir a quien nos ha nominado.
2. Contar siete cosas sobre ti.
3. Nominar a 15 blogs.                         

 Como a los dos nos ha nominado la misma persona, pues directamente lo digo una vez. 
Nos ha nominado a nuestro blog la dulce escritora de Reflexiones de un Unicornio. Muchísimas gracias, Lu, por nominarnos y por contribuir con este blog como haces. Es todo un placer contar con una persona tan agradable. 
 (Lectores, dadle las gracias e ir a su blog. Mostrad cómo os he educado).

Ahora, la gran gracia de todo esto (más gracia que con las faltas de ortografía) es que no leo muchos blogs. Sí, señores. Y los blogs que leía están parados. Entonces, nominar es algo muy difícil ahora mismo (cuando encuentre tiempo libre leeré más blogs, en serio).

 Nominados a los dos premios:
-Mamá, quiero ser rockera. (Que hace tiempo que no escribe, pero espero que esto la obligue a hacerlo).
-¡Lady Rebek, te elijo a ti! (Declaró que su blog iba a cerrar, pero como subió entrada hace cuatro días, se aguanta con los premios, hala. Y también, porque es mi blogger favorita y necesita un premio por todas esas veces que me ha hecho reír).

 Y es que ya no leo más blogs, qué se le va a hacer. Soy una desgracia para el mundo blogger.

 Y ahora toca una de las reglas de The Versatile Blogger Award, que consiste en escribir siete cosas sobre mí. Indaguemos pues.

 1. Escribo poesía.
 2. Cuando era pequeña pensaba que era un perro.
 3. Soy pésima en matemáticas.
 4. Me gusta mucho leer, pero no leo mucho porque tengo la tediosa manía de que solo puedo leer libros físicos, y no tengo el bolsillo como para gastarlo todo en ello.
 5. Mi día favorito de la semana son los miércoles. Aunque la mayoría de mis peores días hayan sido miércoles, sigue habiendo ese algo que me gusta de ellos.
 6. Empecé con este blog porque siempre he sido una persona muy vaga y lenta y quería hacer algo para cambiarlo.
 7. El contacto físico para mí es algo de otro planeta.

 Son siete datos irrelevantes que os acabo de colar así con simpleza. Os ha encantado, ¿eh?

 Pues aquí tenéis la entrada volviendo a esto, que sí, que hacía un mes que no volvía y tal, pero no pasa nada. Intentaré tener un margen de no escribir como máximo en quince días, porque si no, esto se queda desértico. 

 Por cierto, muchísimas gracias a todos por apoyar la última entrada (es la entrada con más visitas con muchísima diferencia). Me ha encantado que os haya llegado, porque era la intención. Ha sido un sentimiento increíble el que me habéis trasmitido vosotros, mis lectores. Y siento (que muchos lo habéis pedido) no escribir otra entrada de ese mismo tipo, pero ya os conté que este blog es un caos en el que cada entrada es otro mundo, pero algún día caerá otra entrada reflexiva, no os preocupéis.

 Y con esto un bizcocho casero de la abuela, hasta la próxima, ortográficos.
 -Marilen (y la tilde invisible en la e).

jueves, 10 de septiembre de 2015

Hagámoslo diferente

 ¿Qué pasa por aquí, coleguitas? Sinceramente, esta es la tercera entrada que escribo, sí, damos y caballeras. No me sentía del todo satisfecha, y si no escribo algo que me llene, prefiero no escribir.

 Esta entrada es algo... especial. Estaba en la calle con los cascos puestos y buena música, y me dio por perseguir el atardecer. Como ida de tuercas, fui corriendo hasta ver desaparecer las casas y poder ver el atardecer en todo su esplendor. Llegué a tiempo. Esto me hizo pensar sobre la felicidad. No había dependido de nadie para llegar allí. Iba con un sólo acompañante: la música, pero ella nunca me había dejado sola, así que somos como un pack; venimos juntas.

 La cosa es que... todos, cada día, deseamos ser felices. ¿Por qué? Porque desear es fácil. Pero nunca, nunca, nunca, habíamos intentado salir afuera y buscar la felicidad. Quizá porque no sabíamos por dónde buscar, o simplemente porque no teníamos suficientes fuerzas después de la casa que se nos había desplomado. Sinceramente, la única manera de guiarte para buscar la felicidad, es guiándote por tus ganas. ¿A que nunca te habías preguntando antes cuánto quieres ser feliz? Pues yo, queridos, tengo muchas ganas.
 Y si estás desolado, destrozado, y muerto por dentro aunque vivo por fuera, cambia el modo de pensar. No estás muerto, ¿y sabes qué significa eso? Que eres más fuerte de lo que creías, porque has sido capaz de soportar esto y lo que vino. Que somos humanos y nacemos débiles para aprender a ser fuertes, y no es cuestión de edad como te dicen, ni de madurez siquiera, es cuestión de valorar. Valorar cada segundo como si fuera el último.

 Imagina que este, ESTE, es tu último segundo de vida. ¿De verdad quieres estar triste? Pues te doy una segunda oportunidad: imagina que este es tu último minuto de vida y sonríe. Sonríeme, no te veo, pero te siento. Si quieres, coge tu teléfono o busca en casa a alguien a quien quieras, y dale las gracias. Luego dátelas a ti, por seguir aquí todavía; por no haberte rendido. Utiliza este último minuto, por favor. Incluso de la manera que quieras, pero hazlo. (Eh, si no has hecho nada, hazlo, que te vigilo).
(Eh, eh, que lo hagas, que si no, no tiene efecto).

 Ahora que ha pasado ese minuto, no ha sido el último de tu vida. Ha sido un minuto más de tu vida. Si te ha gustado, imagina que todos fuesen así. Claramente, habrá alguna que otra lágrima por bastantes minutos en toda tu vida, pero está en tu mano el secarte los ojos y pensar en otro minuto como este. Es hora de hacerte bien a ti mismo. Es hora de valorarte. Es hora de cambiar.

 No necesitas a nadie. Eres tú y tú. Pero... sí, un beso y un te quiero hacen mucho, eso lo tenemos todos claro, pero si lo quieres, tienes que ganártelo.

 Perdona rápido y agradece lento.

 Si no te he convencido todavía, dime tú qué quieres hacer. ¿Quieres seguir llorando? Pues llora, llorar es la cura que más sacia, y también la más sana.
 ¿Quieres seguir enfadado? Pues enfádate, grita, rompe una almohada. Pero estarás desahogándote, otra manera más que al final te llevará a la tranquilidad.

 ¿Ves? Hagas lo que hagas, pequeño, naciste para ser feliz. Y no ser feliz es una barrera que te antepones tú. "No, es la vida, que no me deja vivir". La vida es como un perro: a veces la pillas de buenas y otras de malas, pero tienes que aprender a vivir con él. ¿Quién si no, le da de comer a este mal chucho? Tú. Tú eres la respuesta. Tú eres tu propio todo, BASTA DE ENGAÑARNOS. Tú puedes superar todo esto. Tú sabes hacerlo. Tú, tú eres tu propio elegido.

 Ahora, chavalada, ahora sí me siento llena, como si en cada letra haya derretido un poco más de mi fuerza y coraje. Ahora sí. Será otro día cuando suba mis conocidas locuras transitorias, no os preocupéis, tendréis estupidez para rato, pero hoy tocaba algo diferente.

 Ay, suspirad conmigo después de la parrafada. Ahora quería dar las gracias a una chica, la cual me envió un mensaje al correo electrónico para los lectores del blog, LA PRIMERA, y también os dejo su blog por aquí para que le echéis un vistazo a su contenido, el cual me parece simpático y tierno.

 Y con esto, un bizcocho y una reflexión, volveré cuando salga de este pueblo (sí, sigo en táctica de supervivencia), trayendo entradas más de mi tipo, ya me conocéis.

 Hasta la próxima, felices.
 -Marilen (y la tilde invisible en la e).

lunes, 17 de agosto de 2015

La extraña guía para el no pueblerino

 Hey, queridos desconocidos, ¿cómo va todo? Sí, yo también (dejemos que elijas cómo nos va a los dos).
 Ahora en serio, hacía tiempo que no estaba por aquí, y os digo hasta una razón si la queréis: estoy en un pueblo. Un pueblo en el que no hay ni wi-fi (un bareto de aquí dejaba hasta la clave para que pudieras cogerla y todo. Gracias, señor, por tu existencia en este pueblo minúsuclo).
 Esta mañana estuve pensando en vosotros y en que hacía tiempo que no escribía. También pensé en que no tenía ni idea de qué escribir, y me basé en mi situación pueblerina. Por eso, hoy os traigo una guía para sobrevivir  de vida en un pueblo (pero no pueblo de cinco mil habitantes, NO, de mucho, mucho menos). 

 La guía oficial de la vida en un pueblo:

 Los hábitats:

 •La plaza. La conocida plaza. Allí está casi todo el pueblo volcado. 
 Atención, es el sitio más peligroso. Al ser un pueblo es imposible que evites las miradas. Siempre, y digo siempre, habrá alguien mirándote.
 Información extra: si quieres buscar a tu príncipe o princesa del tractor, ve hacia este lugar. Le encontrarás. Cuidado con que ese amor de campo sea el alcalde o alcaldesa, porque entonces quedarías atado por patas a este pueblo desértico.

 •El bareto. Habrá como tres o cuatro bares por pueblo, pero tú sólo irás a uno o como mucho dos, porque son hábitats en los que, como no pueblerino, no eres bienvenido, y recibirás, además de muchas miradas, palabras. Te preguntarán algo inevitablemente. Y si no, hablarán de ti, Y LO NOTARÁS. 

 •La Iglesia. No te recomiendo pisar la iglesia de un pueblo. Son muy raras. Además de dar bastante grima por fuera, se caracterizan por ser lo primero que ha habido en el pueblo. Si pides fotos antiguas del pueblo, vas a ver la iglesia ya construida. No miento. A mí me ha pasado con este pueblo, al menos. Es más, en la foto más antigua, estaba la iglesia casi terminada de construir. Poco más y nace la iglesia desde debajo de la tierra. No es fiable ir un domingo. PERO MENOS FIABLE IR CUALQUIER OTRO DÍA DE LA SEMANA EN EL QUE NO HAYA MISA. Quién sabe si una horda de zombis está esperando a que entres para resurgir desde el suelo de este entorno.

 •El parque. El parque menos divertido del universo. No habrá nadie. Y si hay algún niño jugando, es porque su madre/padre/ser al que le ha caído el muerto está hablando en la plaza con otro/a pueblerino/a y no hay otra cosa mejor que hacer (el idioma en el que hablan los padres es difícil de entender, pero si hablan con otra persona, está claro que significa que nos han librado de nuestra esclavitud y podemos huir al parque más cercano -visión infantil-).

 Como pueblo, estos son los lugares principales, porque otros lugares son optativos, pero estos no faltan en nuestro pueblo de menos de cinco mil habitantes (este tiene incluso menos de mil, atentos).

 Personajes:
 Estos son muy interesantes (pero de la mayoría; huye).

 •Viejo verde. Son seres de una edad más elevada, que viven todos los días del año en el pueblo al que nos refiramos. Siempre están en el bareto. Te mirarán mal cuando entres en su entorno y no te conozcan. A veces te hablan sin conocerte, con botellín en mano (hace unos minutos un señor se acercó a mí y me dijo que había mucha gente con móviles, pero luego vino para hacerme la pregunta -ya veréis más adelante- . Otro, hace más rato, me preguntó de qué pueblo era). Tened cuidado con estos personajes.

 •La anciana cotilla. Se caracteriza por estar sentada en uno de los bancos de la plaza, con más de su especie, o en la puerta de su casa en una silla de estas de playa cual planta haciendo la fotosíntesis. Comentarán sobre ti. Las conozcas o no. Si son ancianas cotillas de élite, te pararán para hacerte la pregunta. Tienen una gran necesidad de saberlo. Y si después de esa pregunta te conocen... que la fuerza te acompañe, pero tendrás que aguantar como un guerrero las historias que te cuenten.

 •Los nietos. Son gente joven, normalmente nietos de los residentes de este pueblo, los cuales vienen en verano comúnmente. Son variados, pero tienden a tener un comportamiento poco respetuoso -omitamos mala opinión-. 

 •La gente. Son el relleno del pueblo. Como el relleno de Naruto, pero esta vez son personas para ocupar espacio. Nadie sabe cómo han llegado a este pueblo porque les preguntas de dónde son y te responden con un lugar en la otra punta del país.

 •Los trabajadores. Tanto camareros de baretos como ganaderos. Los ves y te viene a la cabeza la pregunta: "Pero alma de cántaro, ¿qué haces trabajando en un lugar donde no hay casi nadie?", y nunca encontrarás respuesta.

 Información especial:

 •La pregunta. Sí, sí, estábais ansiosos. Esta pregunta es esencial de un pueblerino hacia ti. Ahí va...
 " ¿De quién eres?"
¿De quién eres? No se interesan por saber tu nombre, no, tú no les interesas. Ellos necesitan saber el nombre de tus padres o abuelos. ES UNA NECESIDAD PRIMARIA. Y si conocen a tu familia, te contarán algo sobre tus antepasados. Incluso te pueden contar cómo murió tu abuelo (el señor este que me hizo esta pregunta hace un rato, me acabó contando cómo murió mi bisabuelo).

 •Todos fuman. Todo el mundo fuma. Desde los nietos irrespetuosos hasta los más ancianos. No dejan el cigarrillo en paz. Es otra de sus necesidades.

 •La misa. Normalmente los verás con ropa común/de anciano, pero el día de misa los podrás observar con sus mejores galas. (Aunque en este pueblo no sé qué pensar, porque después de la misa salen corriendo. No sé si es porque el cura da sermones muy raros, si tenían la iglesia calentita y al salir les entró frío o no sé qué otra hipótesis pensar, pero es que he visto correr a un anciano EN MULETAS. DI QUE SÍ, HOMBRE).

 •La escopeta. Todos tienen en casa una escopeta guardada. No hagas enfadar a un anciano. Nunca. Bajo ningún concepto.
 Un día de mi infancia jugando al llama-timbres  SALIÓ UN ANCIANO CON UNA ESCOPETA EN MANO. TOTALMENTE VERÍDICO.

 Ahora os doy unos consejos según lo primero que veas al entrar en el pueblo, porque hay signos que nos avisan de que podremos huir:
 Si llegas al pueblo y lo primero que ves es un bar, lo que más verás serán viejos verdes. Huye ya.
 Si llegas al pueblo y lo primero que ves es un corral/granja, va a ser el día más aburrido de tu vida y las tres próximas. Huye.
 Si llegas al pueblo y lo primero que ves es un cementerio/hospital, sólo verás viejos. Viejos verdes y vecinas cotillas de élite estirando la pata. Huye. Del pueblo y de la depresión que este pueda causar.
 Si llegas al pueblo y lo primero que ves es una comisaría, NO, CORRE, DA LA VUELTA ANTES DE QUE ALGUIEN TE VEA. ES UN PUEBLO PEQUEÑO, PERO ATRÉVETE A APARCAR Y SERÁ LA ÚLTIMA VEZ QUE VEAS TU COCHE. (Por suerte todavía no he encontrando ningún pueblo así).

 Así que, si llegáis a un pueblo, con una comisaría a la izquierda y un bareto a la derecha (además de haber pasado antes de llegar al pueblo por el cementerio) y entraís en el bareto a tomar un refrigerio y hay ancianos borrachos viendo los toros, no hay más que decir:
HUYE.
POR.
PATAS.

 No puedo hablar más de los pueblos en general, porque no he estado en muchos, así que, os invito (totalmente) a que me dejéis en comentarios vuestras anécdotas o pueblos que conozcáis.

 Esta entrada ha sido larga porque las guías no son fáciles  tenía que compensar mi desaparición y para practicar el monotema abierto al menos una vez (sabéis que me voy mucho por las ramas).
 
 Así que aquí lo dejamos.
 Hasta la próxima, pueblerinos 
  -Marilen (y la tilde invisible en la e)
 
Marilenendless@gmail.con (donde podéis pero no queréis contactar conmigo).

domingo, 9 de agosto de 2015

Igual nos conocimos en otro universo

 Y le dije, y le dije a Rodolfina... ¡Eh! ¡Estáis aquí! -entrada épica copiada de una famosa youtuber-.

 Aquí he vuelto de nuevo. Os he visto con ganas de que volviera (en realidad no, es para que penséis que tengo cercanía con vosotros), y como en la presentación del blog realmente no he explicado nada sobre mí, pues pensé que sería una genial idea hacerlo en esta entrada, porque sería algo un tanto raro comenzar a hablar de -inserte estupidez inesperada- y que penséis: "Oye, ¿quién es esta?", así que, para abrirme un poco más a vosotros, voy a buscar preguntas por ahí que parezcan interesantes o "necesarias" para que me conozcáis un poco antes de empezar a subir entradas que nadie comprenda.

 Ah, y a los olvidadizos como yo: me llamo Marilen (y la tilde invisible en la e). Yo también tengo confusión con los nombres, no os preocupéis, que yo os cuido, yo os mimaré... Voy a comprar tabaco, ¿vale? Vuelvo en nada.

 Diecisiete años después. 
 Querido lector, ya estoy en casa. ¿Dónde está mi niño hermoso? 
 Ehm... ¿quién eres tú? ¿Qué? ¿Que esta es tu casa y se mudaron los anteriores inquilinos hace once años? ¿QUÉ? NO, NO, NO LLAME A LA POLICÍA.

 (Creo que lo que más os va a resumir cómo soy va a ser esta rara introducción).

 Ahora en serio, comencemos con las preguntas (ni siquiera las he leído todavía. Esto va a ser divertido).

1. ¿Qué llevas puesto? 
 Ropa. 

 Esta pregunta es un poco basura. ¿Veis? Ya tenéis un claro ejemplo de que debéis leer las cosas antes de empezar a hacerlas, como con los enunciados de las actividades de matemáticas. Así que, ahora seremos inteligentes y responderé solo las que tengan algo de qué hablar. ¿A quién le importa lo que llevo puesto? Vaya, es que ni a mí me importa. Qué rollo.

2. ¿Color favorito? 
 Azul marino.

¿Veis? Otra pregunta basura. 

 A ver... frenemos. Esto no va por buen carril. Pero... -alarga la última 'o' para hacerlo todo más interesante-, tengo una idea. Busquemos preguntas en la mejor página de preguntas: Yahoo Respuestas. Sí, señores. De aquí saldrán buenas preguntas. Os lo prometo.

3. Si te concedieran un último deseo, ¿cuál sería? 
 Esto ya tiene otro color, ¿veis? -gran chiste, mejor persona (¿persona?)-. Esta pregunta es tan buena que creo que me he pasado, pero sé qué responder. Suponiendo que con "último deseo" significa que estaría a punto de morir, tendría dos opciones: si soy una persona conocida, recordada por gente que ni he llegado a conocer, me gustaría pedir que al morir, todo el mundo me recordase de una manera alegre, sin lloros, sino con orgullo (pensando que haya hecho algo bueno para ser recordada, of course, my horse), pero si he llegado a ser conocida entre mis amigos, mi casa y el bar de la esquina, mi deseo sería morir y que nadie me recordara. Como si tuviesen amnesia. Raro, ¿verdad? Aunque igual en ese momento me hubiese dado por pedir cualquier otra cosa, como lo típico de la paz mundial o la resolución de crisis. No sé. Ni yo sé del todo qué haría en un momento así.

4. Si tu futuro estuviera escrito en un libro, ¿lo leerías?
 No, porque así vivo con la sorpresa del mañan-- CLARO QUE SÍ. Claro. Lo leería todo. Y si algo no me gusta, me encargaré de que no pase. Estaría advertida de todo lo malo que ocurre. ¿No es genial? Sería el mejor salvavidas del mundo. (Tú también lo harías y lo sabes).

5. ¿Lol? xD yolo. 
 Sí. Indudablemente.

6. ¿Qué no soportas? 
 No soporto las mentes cerradas, el humo del tabaco, las mentiras, el pesimismo, la ansiedad, los días calurosos, pillar un resfriado, las pérdidas de tiempo, la inmadurez, los subtítulos con faltas de ortografía, la soberbia ajena ante situaciones que desconocen, el egoísmo... Bastantes cosas que, cuando ocurren, tengo que soportar, al fin y al cabo. 

7. ¿Lamentas algo de tu vida? 
 Lamentar... tanto como eso... No me paso todos los días de mi vida llorando por ello, pero me arrepiento de no haber seguido en el conservatorio. Era tres veces estresante, pero siete veces divertido. También me lamento de perder buenas oportunidades. Es verdad que nos lamentamos más de cosas que no hemos hecho que de las que sí. Me lamento en este sentido de unas cuantas cosas más, pero hay que centrarse en el presente.

8. ¿Cómo pedirías a un amigo que te devuelva el dinero que te debe? 
 Me he encontrado esta pregunta ya tres veces, así que el destino quiere que la responda. Pues la verdad es que tengo amigos que me deben dinero, y pues como que se hacen un poco los locos y yo le quito importancia. No soy nada materialista, simplemente.

9. ¿Cuál es la estación del año que te gusta más? 
 Sinceramente me encanta en invierno. Ese momento en el que entras en la cama con una capa de mantas capaz de soportar una bomba atómica es lo mejor. Pero lo que más adoro del invierno es la lluvia, mirarla caer sobre mi ventana con un buen café en la mesa. Eso es vida y lo demás es otra cosa. Aunque resfriarse es lo que menos mola de toda esta parafernalia, así que en otros casos, también me gusta la primavera (sí, muy típico, pero cierto). Me inspira alegría, y como no tengo alergia, pues lo disfruto. Pero ante todo, el invierno. Dulce invierno.

 10. ¿Cuál es tu momento del día favorito? 
La mañana. Sonará raro, pero me gustan las mañanas. Sobre todo cuando sabes que ese día tienes algo divertido que hacer y te levantas de la cama dando un salto. Es increíble.

11. Si alguien te cortara las piernas y se burlara de ti en el hospital, ¿le perdonarías? 
 ¿Yahoo Respuestas...?

12. ¿Has revivido más de una vez? 
 ¿Eh? Ah, sí, claro, de vez en cuando le robo semillas senzu al Maestro Karin.

 Ahora os saco el tema de Dragon Ball. ¿Alguien está viendo Dragon Ball Super? Me he llevado una pequeña decepción con los primeros capítulos. Qué pena.

13. ¿Videojuego favorito? 
 Los videojuegos, ¿eh? Para mí, la mejor saga de videojuegos que puede existir es Dragon Quest. Sin duda alguna. Estos juegos son RPGs que siguen historias increíbles, en las que la finalidad casi siempre (por no decir siempre) es salvar al mundo de monstruos que quieren apoderarse de él. Aun así, las historias planteadas son bastante divertidas, y la dificultad la veo muy apta, es de estos juegos que no puedes soportar porque no consigues ganar, pero cuando ganas al boss final escribes hasta en el currículum que lo hiciste y te contratan sin pensarlo dos veces por tu gran hazaña, pero a la vez te las puedes dar de sobrado contra muchos monstruos.
 También, debo hablar de mi obsesión con Pokémon. Esta saga sí que es mucho más repetitiva, pero, sin duda, mi juego favorito de Pokémon es el Mundo Misterioso. Según un test que realizas al principio del juego, te designan un pokémon que deberás controlar siguiendo una historia en la que tú y tu mejor amigo (otro pokémon) tenéis un equipo de rescate. A mí me hizo pasar grandes momentos de mi infancia y me puso muy sensible hasta el punto de llorar. Es muy bueno.

14. ¿Quién mató al Mar Muerto?
 Vamos a remontarnos al invierno del 74, en Nebraska. Fletcher y yo estábamos patrullando en el turno de noche, a las afueras de la ciudad. Había niebla. Era incluso difícil saber si había algún tipo de ser por la calle, pues incluso los cristales se empañaban por la humedad de aquel día. Oímos un grito cerca nuestra. Intuimos que venía de la calle de al lado, así que conducimos hasta allí. Todo indicaba que en ese piso color beige que daba esquina era el culpable de aquel sonido. Salimos del coche de policía, cargamos la pistola y estábamos decididos a entrar. Volvimos a escuchar otro grito. Era tan fuerte que podíamos saber de qué piso salía. Venía del quinto piso.
 Decidimos que la mejor idea era trepar por la pared con el kit de escalada, y ya allí, solo pegamos la oreja al cristal. Oímos a una mujer gritar: "No, no matéis a Mar Muerto. ¡Es mi amante! ¡Nos vamos a casar en mayo!", y luego otra voz más grave respondiéndole: "Ya estará muerto, mujer. Me he encargado de que ya estén todos allí. Esta vez no se nos va a escapar".
 Fletcher y yo, asustados, ideamos un plan. Fletcher iba a detener a aquel hombre y yo iba a salvar a Mar Muerto. ¡Se va a casar en mayo! Así que, utilicé el truco L+Arriba+Triángulo y me teletransporté a donde tenían acorralado al pobre Mar Muerto. Pero... no llegué a tiempo. Una bala fue disparada justo cuando llegué... No... no pude salvarle. Fue... mi culpa. Fue mi culpa no haberle salvado de la Banda de Billy el Adulto. Lo siento, Mar Muerto.

Y pues creo que con esto ya tenemos listo el que me conozcáis bien. Sí, sí. Ahora, yo os haré una pregunta filosófica/rara a vosotros para intentar conocer una pequeña parte de vosotros (ya os he dado mucho la brasa con tanto escribir, pero ya tenéis para unos cuantos días):

15. ¿Vives o solo existes?

Y con esto y un bizcocho de hielo -hace calor-, nos veremos la próxima vez en otra entrada, que ya será algo más normal, aunque me taggearon en un tag raro que supongo que haré (es la primera vez que me taggean, y para una vez que ocurre, pues habrá que hacerlo, digo yo).

Hasta la próxima, Super Saiyajines.
 -Marilen (y la tilde invisible en la e).

Marilenendless@gmail.com (por si queréis contactar conmigo. Aunque también he puesto mi Twitter por aquí, en el que nadie me sigue y hablo con las paredes. Gracias, gracias).

domingo, 2 de agosto de 2015

Bienperdidos. O quizá no tanto

 Bienperdidos -me salto las leyes lingüísitcas- a este blog, porque si habéis llegado aquí debéis de estar verdaderamente perdidos.
 Me presento: me llamo Marilen (y la tilde invisible en la e). Vengo del planeta Vegeta de la estupidez, cargada de estupideces que repartiré allá donde vaya -o se intentará-.
 Un sabio dijo una vez: "Más vale loco que necio". No sé si era sabio, pero alguien lo dijo.
 ¿Que para qué sirve eso? Creo que ahora mismo para nada, pero sé que todos habéis relacionado ese refrán con que os haya dicho que os traeré estupideces, ¿eh? Te leo la mente, pequeño ser presente por algún casual que desconozco.

 Eh, tú. Sí, tú. Te voy a contar un secreto, pero luego te haces el loco (así evitaremos necios), ¿vale? Este blog ya se abrió antes. Sí, sí, como lees. Se abrió un día como hoy del año pasado. Iba todo correctísimamente, pero... -tose-. Es una historia larga, ¿de verdad quieres que te la cuente? Es un poco personal, pero como he dicho; te haces el loco y guay. A ver...

 Estaba yo una noche de febrero cualquiera, sacándole brillo a mi ultra-hiper rayo láser acabado de comprar de Ebay. Era bastante chulo. Sobre todo me encantaba cómo era por fuera, porque para disimular que era un rayo láser y poder salir a la calle con ello en la mano sin que nadie se preocupase, tenía forma de bazuka (estaba todo muy bien pensado para cuando saliese a pasear al perro. Si lo sacaba de noche, un par de rayos al suelo y todo alumbradito y tal). En fin, sin enrrollarme como una persiana en pleno verano: que intentaba dormir y desde la ventana me daba la luz de una farola de la calle de enfrente justo en la cara, y me harté y le disparé con el rayo láser, pero rebotó en el cristal de la farola y se fue al espacio exterior, chocando contra Marte, que al ser rojo y el rayo de color azul casi morado, pues se creó un horror en la moda planetaria, y de la furia que tenía Marte al quedar el último en un concurso de belleza entre planetas, hizo rebotar el rayo hacia la cara oculta de la luna. Como se había hecho un boquete bastante profundo, tenía que arreglarlo, y gracias a unos tutoriales de YouTube de un sudamericano que era profesional en destrozos planetarios, pude arreglar la luna. (Cómo llegué es otra historia que podremos contar más adelante si queréis).

 En fin, que este blog queda abierto. Los que me conocéis de siempre, sabéis que escribo lo que me da la gana, pero los que no, ya lo sabéis; no es un blog sobre un tema central (y fijándoos en el nombre de este blog, os escribiré lo que quiera desde mi perspectiva, ya que tengo un campo de visión diferente al común). Pero esta vez es diferente, no subiré como antiguamente una entrada por semana, sino que, cuando me sienta lo suficientemente animada será cuando suba algo. (Realmente siempre me animo a escribir tonterías, pero la cuestión de todo es el poco tiempo libre, seamos realistas).

 Así que, aquí tenéis una corta presentación. En la próxima intentaré que me conozcáis mejor, porque con tanta chorrada se me olvida el tema principal.

 Hasta la próxima, bienperdidos.
   -Marilen (y la tilde invisible en la e).