jueves, 10 de septiembre de 2015

Hagámoslo diferente

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 ¿Qué pasa por aquí, coleguitas? Sinceramente, esta es la tercera entrada que escribo, sí, damos y caballeras. No me sentía del todo satisfecha, y si no escribo algo que me llene, prefiero no escribir.

 Esta entrada es algo... especial. Estaba en la calle con los cascos puestos y buena música, y me dio por perseguir el atardecer. Como ida de tuercas, fui corriendo hasta ver desaparecer las casas y poder ver el atardecer en todo su esplendor. Llegué a tiempo. Esto me hizo pensar sobre la felicidad. No había dependido de nadie para llegar allí. Iba con un sólo acompañante: la música, pero ella nunca me había dejado sola, así que somos como un pack; venimos juntas.

 La cosa es que... todos, cada día, deseamos ser felices. ¿Por qué? Porque desear es fácil. Pero nunca, nunca, nunca, habíamos intentado salir afuera y buscar la felicidad. Quizá porque no sabíamos por dónde buscar, o simplemente porque no teníamos suficientes fuerzas después de la casa que se nos había desplomado. Sinceramente, la única manera de guiarte para buscar la felicidad, es guiándote por tus ganas. ¿A que nunca te habías preguntando antes cuánto quieres ser feliz? Pues yo, queridos, tengo muchas ganas.
 Y si estás desolado, destrozado, y muerto por dentro aunque vivo por fuera, cambia el modo de pensar. No estás muerto, ¿y sabes qué significa eso? Que eres más fuerte de lo que creías, porque has sido capaz de soportar esto y lo que vino. Que somos humanos y nacemos débiles para aprender a ser fuertes, y no es cuestión de edad como te dicen, ni de madurez siquiera, es cuestión de valorar. Valorar cada segundo como si fuera el último.

 Imagina que este, ESTE, es tu último segundo de vida. ¿De verdad quieres estar triste? Pues te doy una segunda oportunidad: imagina que este es tu último minuto de vida y sonríe. Sonríeme, no te veo, pero te siento. Si quieres, coge tu teléfono o busca en casa a alguien a quien quieras, y dale las gracias. Luego dátelas a ti, por seguir aquí todavía; por no haberte rendido. Utiliza este último minuto, por favor. Incluso de la manera que quieras, pero hazlo. (Eh, si no has hecho nada, hazlo, que te vigilo).
(Eh, eh, que lo hagas, que si no, no tiene efecto).

 Ahora que ha pasado ese minuto, no ha sido el último de tu vida. Ha sido un minuto más de tu vida. Si te ha gustado, imagina que todos fuesen así. Claramente, habrá alguna que otra lágrima por bastantes minutos en toda tu vida, pero está en tu mano el secarte los ojos y pensar en otro minuto como este. Es hora de hacerte bien a ti mismo. Es hora de valorarte. Es hora de cambiar.

 No necesitas a nadie. Eres tú y tú. Pero... sí, un beso y un te quiero hacen mucho, eso lo tenemos todos claro, pero si lo quieres, tienes que ganártelo.

 Perdona rápido y agradece lento.

 Si no te he convencido todavía, dime tú qué quieres hacer. ¿Quieres seguir llorando? Pues llora, llorar es la cura que más sacia, y también la más sana.
 ¿Quieres seguir enfadado? Pues enfádate, grita, rompe una almohada. Pero estarás desahogándote, otra manera más que al final te llevará a la tranquilidad.

 ¿Ves? Hagas lo que hagas, pequeño, naciste para ser feliz. Y no ser feliz es una barrera que te antepones tú. "No, es la vida, que no me deja vivir". La vida es como un perro: a veces la pillas de buenas y otras de malas, pero tienes que aprender a vivir con él. ¿Quién si no, le da de comer a este mal chucho? Tú. Tú eres la respuesta. Tú eres tu propio todo, BASTA DE ENGAÑARNOS. Tú puedes superar todo esto. Tú sabes hacerlo. Tú, tú eres tu propio elegido.

 Ahora, chavalada, ahora sí me siento llena, como si en cada letra haya derretido un poco más de mi fuerza y coraje. Ahora sí. Será otro día cuando suba mis conocidas locuras transitorias, no os preocupéis, tendréis estupidez para rato, pero hoy tocaba algo diferente.

 Ay, suspirad conmigo después de la parrafada. Ahora quería dar las gracias a una chica, la cual me envió un mensaje al correo electrónico para los lectores del blog, LA PRIMERA, y también os dejo su blog por aquí para que le echéis un vistazo a su contenido, el cual me parece simpático y tierno.

 Y con esto, un bizcocho y una reflexión, volveré cuando salga de este pueblo (sí, sigo en táctica de supervivencia), trayendo entradas más de mi tipo, ya me conocéis.

 Hasta la próxima, felices.
 -Marilen (y la tilde invisible en la e).